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Después del asesinato del presidente John Fitzgerald Kennedy el 22 de noviembre de 1963, cuando se transportaba junto con su esposa Jackie y el gobernador de Texas, John Bowden Connally, en su convertible Lincoln X-100 en la Plaza Dealey en Dallas, el Servicio Secreto de Estados Unidos reestructuró por completo el sistema de seguridad nacional, comenzando por la limosina presidencial. Mas de 50 años después, el auto del mandatario del país más poderoso del mundo es prácticamente impenetrable.
Pese a incontables teorías de conspiración, el informe Warren concluyó que el autor material del atentado contra John F. Kennedy había sido Lee Harvey Oswald, quien en todo momento negó ser el responsable del magnicidio. Aún hoy, resulta inverosímil que tanto el Servicio Secreto como el FBI y la policía de Dallas hayan pasado por alto las más elementales medidas de seguridad, sin dejar de mencionar la descabellada exposición del mandatario en un vehículo descapotado y en una localidad tan grande.
Pese a incontables teorías de conspiración, el informe Warren concluyó que el autor material del atentado contra John F. Kennedy había sido Lee Harvey Oswald, quien en todo momento negó ser el responsable del magnicidio. Aún hoy, resulta inverosímil que tanto el Servicio Secreto como el FBI y la policía de Dallas hayan pasado por alto las más elementales medidas de seguridad, sin dejar de mencionar la descabellada exposición del mandatario en un vehículo descapotado y en una localidad tan grande.
Una de las excusas más fuertes es la casi nula planificación de seguridad y vigilancia del recorrido de Kennedy del aeropuerto Dallas Lovefield hacia el centro de la ciudad, especialmente en el trayecto de la Elm Street donde ocurrió el fatal desenlace.
Se estima que en ese entonces apenas se contaban con 330 efectivos, de los cuales únicamente 34 estaban designados a la Casa Blanca. En la actualidad el Servicio Secreto cuenta con alrededor de tres mil 200 agentes especiales, mil 300 de la División de Uniformados y más de 2 mil técnicos y empleados administrativos.
Han transcurrido 52 años desde que la nación más poderosa del mundo sucumbiera por la irreparable pérdida del trigésimo quinto mandatario estadounidense. Y a partir de ese preciso momento la seguridad presidencial "volvió" a convertirse en la prioridad número uno.
Desde que Barack Obama asumiera la presidencia de Estados Unidos en enero de 2009, tiene a su disposición el vehículo más seguro del orbe, la flamante limosina blindada que mide 5.5 metros de largo y pesa ocho toneladas, se le conoce como "La bestia" y su costo supera el millón de dólares.
El transporte blindado, que ahora conducirá a Donald Trump, es un Cadillac creación de General Motors y tiene la capacidad de soportar ataques nucleares, biológicos y químicos; su carrocería antiproyectiles de más de 20 centímetros de grosor se construyó a base de una aleación de acero, aluminio, titanio y cerámica.
El tanque de gasolina está especialmente diseñado para que no explote gracias a una cubierta que impide aun cuando le disparen de forma directa. Debido a su alto peso, su motor diesel de 6.5 litros alcanza apenas los 96 kilómetros por hora y alcan-za dicho punto en quince segundos; sin embargo, puede mantener su máxima velocidad aun con las llantas ponchadas, debido a que usa neumáticos RunFlat que están reforzados con kevlar.
Su interior está equipado con un sistema de metralletas, activación de bombas, cohetes de gas y cámaras de visión nocturna en el caso de producirse cualquier atentado. Si así fuese el caso, sus puertas se sellarían herméticamente y activarían un sistema de reciclaje de oxígeno.
En el caso que el presidente sufriera algún accidente de gravedad, en el vehículo se trasporta un equipo médico de urgencia, muestras de sangre de su tipo para realizar transfusiones de emergencia y tanques de oxígeno. La cabina del conductor tiene a su disposición un centro de comunicaciones con sistemas de rastreo GPS, fax, red inalám-brica, computadora portátil y teléfono satelital conectado con el Pentágono, CIA y la oficina del vicepresidente, mientras que en la parte posterior el mandatario tiene una laptop con Wi-Fi, teléfono satelital y un botón de pánico.
En su interior cuenta con tres asientos que ven hacia atrás y dos principales para el presidente y un acompañante, mesa plegable y un sistema de audio para 10 CDs con control remoto. Como era de esperarse el conductor está entrenado especialmente por el Servicio Secreto estadounidense en uno de los programas más exigentes de conducción, incluyendo la evasión de persecuciones y maniobras de 180 grados.
El encargado de transportar el Cadillac One a los múltiples encuentros diplomáticos en el mundo, es el C-17 Globemaster III de la Fuerza Aérea de Estados Unidos. Y para contrarrestar cualquier contingencia que ponga en riesgo la seguridad del mandatario, las autoridades del Servicio Secreto disponen de una réplica exacta de la limosina.
"The Beast" en cifras
•12 unidades: es el número de Bestias en servicio.
•5,48 metros: la longitud total del vehículo.
•20,32 centímetros: el grosor del blindaje de las puertas.
•12,7 centímetros: el grosor de las ventanillas antibalas.
•6.800 kilogramos: el peso de cada cadillac
•63,5 litros: es el consumo medio cada 100 kilómetros de la limosina.
•1,5 millones de dólares: precio aproximado de cada unidad.
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