De pronto, la intensa voz del motivador Anthony Robbins me hizo despertar de mi pequeña pesadilla, "escucha tu voz", me recuerda desde el otro extremo del escenario. He pasado todo el día sumergida en su seminario "Despertando al gigante interior" en Fort Lauderdale, Florida.
El tema de estudio y discusión ha sido cómo aprender a escuchar las emociones de nuestro corazón, que están dormidas pero quieren despertar; entender de dónde provienen los murmullos en nuestras mentes que nos quieren controlar e identificar las historias que nos decimos que nos quieren limitar.
"Escucha tu voz", me dijo por segunda vez el famoso mentor. De repente, sin detenerme un minuto más a pensar, caminé sobre las brasas. Cinco largos y acertados pasos me llevaron al otro extremo. Esto representa lo que podemos hacer cuando nos lo proponemos. Es una combinación de fuerza física y mental para poder llegar a las metas deseadas.
Orgullosa, realizada y sin ampollas ni dolor, Tony me recibió con su mano al final del ardiente camino de carbones encendidos. Con una sonrisa de satisfacción, en ese momento supe lo importante que era haber escuchado sus palabras a lo largo de toda esa jornada y entendí que gracias a eso había captado bien la esencia de su mensaje.
Y es que escuchar bien nos permite interpretar de la forma adecuada cada mensaje, interior y exterior. De hecho, lo primero que aprendí en mi maestría en Life Coaching en la Universidad de Miami es a escuchar. Es uno de los primeros requisitos para poder ser un coach efectivo. Al principio pensé, "tengo dos oídos y esto será fácil".
¡Qué equivocada estaba! Aprendí que no es sencillo. Saber escuchar es un arte. No solo es entender lo que te dicen sino saber escuchar lo que no se dice. Es una compleja y elaborada combinación de herramientas.
Cuando te dediques a escuchar verás que descubres un nuevo mundo, la clave está en perfeccionar ese arte. No es lo mismo oír que escuchar. Shhh... ¡Escucha! Es la voz del silencio guiando tu destino. ¿A dónde irás?
Aquí, algunos consejos para aprender a escuchar, no solo a los demás, sino también, a tu propia voz interior.
1. Calla. Deja de hablar. Cuando practicas el silencio preparas el espacio para poder escuchar tu interior así como a los que te rodean.
2. Descubre la causa del malestar. Duele poner el dedo en una herida. Tómate el tiempo para pensar de dónde proviene tu dolor. Es un paso esencial para seguir adelante.
3. Pregunta. Es sencillo. Si no entiendes, pregunta, escudriña más allá de lo que está a simple vista. Cuando una idea o pensamiento sigue saliendo a la luz, seguramente te está diciendo algo.
4. No escuches las voces negativas. No permitas que tus propias voces o las de los demás limiten tus sueños. Identifica y aleja lo que finalmente se traduce en pensamientos negativos.
5. Preguntas poderosas. ¿Cómo te sientes? Es una de mis preguntas favoritas. Esto hace que la otra persona te hable de sus sentimientos más íntimos. Que abra su corazón y que puedas ayudarle cuando lo necesita.
6. Mira a los ojos. No hay duda que son la ventana del alma. Busca en la mirada la expresión de la palabra. Por ejemplo: fíjate en los cambios en tamaño de pupila, lágrimas y parpadeos. Aprende a interpretarlos para conocer los sentimientos de los demás.
7. Lenguaje corrporal. La posición del cuerpo dice cómo te sientes. Busca cambios en posturas, cam-bios de tono, risas y suspiros. Aprende a detectar qué hay detrás de esos gestos y movimientos.
8. No interrumpas. No impongas tus opiniones durante una conversación. Brinda la oportunidad a los demás de que se expresen sin opiniones o interrupciones.
9. No juzgues. Cuando escuchas sin juzgar, encuentras libertad. Al mantenerte al margen de la situación y no asumir la historia que te cuentan como algo personal puedes obtener un punto de vista imparcial.
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