El 30% de tu metabolismo se puede controlar. El resto está dedicado a funciones rutinarias pero esenciales, tales como la digestión o la reparación de células, en las que tú no tomas parte. Por eso la mayoría de los expertos trabajan en definir qué es exactamente lo que depende de cada uno, aunque la mayoría de las teorías se resumen en esa ciencia que consiste en tomar los alimentos adecuados en el momento preciso.
1. Medir lo que comes. Obsesionarse con contar calorías o pesar cada plato de comida puede crearte un trastorno y resultar tan tedioso que acabarás abandonando. Pero si tu plan del día es estar sentado trabajando lo más probable es que no necesites las mismas calorías que si estás de pie o caminando. Además las cosas cambian con la edad. Mientras una chica de 20 años que se mueve necesita entre 2000 y 2200 calorías diarias para mantener su peso, a partir de los 30 serían 2000, y después de los 50, 1800. En cualquier caso puedes calcularlo con la Tasa Metabólica Basal. Pero recuerda que reducir la cantidad de calorías drásticamente puede hacer que tu metabolismo vaya más lento.
2. Reestablecer el reloj interno. Durante años se ha dicho que hacer 5 pequeñas comidas al día ayuda a perder peso. Pero los últimos estudios no lo confirman. De hecho no hay un método claro para esto porque las comidas y las cantidades se ajustan a la persona. Quizá no necesites comer 5 veces al día o 3 sean pocas, eso depende de tu gasto en energético. Aunque casi todos coinciden en que el desayuno tiene que ser variado y grande.
La palabra 'snack' suele ir seguido de saludable, y en algunos casos es verdad. Los estudios dicen que las bacterias del yogurt combaten con aquellas que causan la obesidad.
3. Las proteínas son la clave. Las proteínas (y por su puesto el ejercicio) hacen que nuestros músculos se desarrollen. Los músculos gastan seis calorías diarias sin hacer nada, mientras que la grasa tan solo dos. Por lo que cuanto más músculo, mayor desgaste.
4. El ejercicio cardiovascular, ese viejo amigo que sigue funcionando. No solo quemas durante el tiempo que estás haciendo ejercicio sino que el ritmo metabólico del cuerpo se mantiene elevado, lo que hace que sigas quemando calorías aunque disfrutes plácidamente de estar sentada en el sofá.
1. Medir lo que comes. Obsesionarse con contar calorías o pesar cada plato de comida puede crearte un trastorno y resultar tan tedioso que acabarás abandonando. Pero si tu plan del día es estar sentado trabajando lo más probable es que no necesites las mismas calorías que si estás de pie o caminando. Además las cosas cambian con la edad. Mientras una chica de 20 años que se mueve necesita entre 2000 y 2200 calorías diarias para mantener su peso, a partir de los 30 serían 2000, y después de los 50, 1800. En cualquier caso puedes calcularlo con la Tasa Metabólica Basal. Pero recuerda que reducir la cantidad de calorías drásticamente puede hacer que tu metabolismo vaya más lento.
2. Reestablecer el reloj interno. Durante años se ha dicho que hacer 5 pequeñas comidas al día ayuda a perder peso. Pero los últimos estudios no lo confirman. De hecho no hay un método claro para esto porque las comidas y las cantidades se ajustan a la persona. Quizá no necesites comer 5 veces al día o 3 sean pocas, eso depende de tu gasto en energético. Aunque casi todos coinciden en que el desayuno tiene que ser variado y grande.
La palabra 'snack' suele ir seguido de saludable, y en algunos casos es verdad. Los estudios dicen que las bacterias del yogurt combaten con aquellas que causan la obesidad.
3. Las proteínas son la clave. Las proteínas (y por su puesto el ejercicio) hacen que nuestros músculos se desarrollen. Los músculos gastan seis calorías diarias sin hacer nada, mientras que la grasa tan solo dos. Por lo que cuanto más músculo, mayor desgaste.
4. El ejercicio cardiovascular, ese viejo amigo que sigue funcionando. No solo quemas durante el tiempo que estás haciendo ejercicio sino que el ritmo metabólico del cuerpo se mantiene elevado, lo que hace que sigas quemando calorías aunque disfrutes plácidamente de estar sentada en el sofá.
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