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Aprende a controlar el enojo en cinco pasos

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21/jul 2014

Estoy furiosa! Son las 5 de la tarde y el tráfico en el centro histórico de Tegucigalpa es insoportable. A paso de tortuga, frente al Parque Central, avancé un centímetro en 40 minutos. Las personas caminando en la calle, estoy segura que llegarán a sus casas antes que yo. Mi día no ha sido nada productivo.

Problemas, quejas y malos tratos es todo lo que he recibido. Parece como que el mundo se ha puesto de acuerdo en un cruel sabotaje. Veo mi reloj de puño. Solo han pasado tres minutos en lo que parecía ser una hora. Tick, tock , tick, tock, empieza el pulso a latir.

Me siento atrapada y agravada. Cierro mis ojos y comienzo a respirar profundo. Haciendo todo esfuerzo para mantener la calma, comienzo a contar: 1, 2, 3, 4...De repente, la bocina del auto de atrás me hace recapacitar. El tráfico ha mejorado de forma casi mágica y es hora de avanzar.

De repente, un conductor apresurado se interpone mi camino. ¡Boom…me hace chocar! ¡Ahhh! como la explosión de un colérico volcán comencé a gritar. Sonando mi bocina, como si eso lo fuera a solucionar. De acuerdo a Walter Risso, autor y sicólogo, la ira es instinto primario del humano. Es un aviso que algo tiene que cambiar. Una señal que tu dignidad está siendo atacada y no lo vas a soportar.

Entonces, al identificar esta ira, está en tus manos decidir si le permites que te paralice y se apodere de ti. En un dos por tres, me salí del auto para ver el daño hecho.

Molesta y frustrada estaba a punto de estallar. Ding dong, comenzaron a sonar las campanas de la Catedral Metropolitana, como una señal de paz, de serenidad. Respiré profundo, me tranquilicé, hice un arreglo con el señor, sonreí y subí a mi auto siguiendo mi camino.

Pidiendo calma y dando gracias por lo que tengo en vez de quejarme por lo que no tengo. Cuando te enfrentes a situaciones similares, o peores que esta, comparto cinco consejos sobre cómo controlar la ira, antes de que ella te controle a ti.

1. Cambia tus expectativas. A menudo la furia surge de expectativas fracasadas. Cuando cambias la idea de lo que esperas, naturalmente sentirás menos molestia o rencor. Esto hará que veas la situación desde otro punto de vista y que te sientas mejor al respecto.

2. Cambia tu diálogo interno. Intercambia las palabras negativas que se agolpan en tu cabeza por palabras positivas. Encuentra el lado bueno a la situación. Busca bendiciones en vez de quejas. Aprende a sacar el mejor partido a cada experiencia, eso hará que tu enojo se reduzca de forma milagrosa.

3. Controla tus palabras. Habla más despacio y piensa cuidadosamente lo que quieres decir. Sin gritar o ele-var la voz, expresa con claridad lo que quieres y cómo puedes conseguirlo. Escucha atentamente a la otra persona; no olvides que todo el mundo tiene derecho a tener su propia opinión. Mantén la calma y se paciente, aun cuando te sientas atacado por la otra persona.

4. Haz una pausa. Todos necesitamos cambiar de escenario. Es saludable tomarte el tiempo para pensar y evaluar nuevamente la situación agravante. Si puedes, apártate un momento o desconéctate mentalmente, dando el espacio para ver la situación desde otra perspectiva. Eso te permitirá luego expresar tus sentimien-tos de enojo con firmeza pero sin agresividad.

5. Apuesta por el buen humor. La manera más fácil de resolver sentimientos de ira es con una buena carcajada. Opta por reír en vez de llorar. Esto te ayuda a calmarte y ver la situación con menos seriedad. Olvídate del sarcasmo y la agresividad, eso no te ayudará a apagar las llamas.

BREATHE!

Cuando enfrentes una situación que despierte tu ira: respira. Es el mejor antídoto para disolver el enojo y recobrar la serenidad. ¿Cómo hacerlo? Sigue, uno a uno, los siguientes pasos.

• Coloca una mano sobre tu estómago, a la vez que vas inspirando aire por la nariz profundamente, con los ojos cerrados, durante un par de segundos.

• Deja que tus pulmones se hinchen de aire, mantenlo contando hasta tres. Ahora, simplemente deja fluir ese aire lentamente por la boca, también tardando un par de segundos, hasta que no te quede aire en los pulmones.

• Repite.

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