¡Toma el control de tus emociones!

Aunque nos cueste aceptarlo, depender emocionalmente de los demás no es un problema exclusivo de la adolescencia. En casi todas las etapas de la vida podemos cometer el grave error de dar a otras personas (madre, esposo, hijos, amigos, jefes, etcétera) el poder de controlarnos emocionalmente.

Sucede a menudo, de forma aparentemente inofensiva como cuando estallamos en cólera ante una crítica o hasta el punto de sentirnos profundamente afectados por lo que piensan los demás, dañando nuestra autoestima y empujándonos a cambiar incluso de personalidad.

Cuando la autoestima es frágil, es muy fácil ceder ante las opiniones de los demás. Quizás pienses que esta lectura no es para ti, que estás en control total de tus emociones. ¿Quieres comprobarlo? Veamos si te sientes identificado con alguna de las siguientes situaciones:

¿Te ofende la crítica o retroalimentación negativa al punto que te afecta por un largo tiempo?

¿Lo que dicen o piensan los demás puede hacerte sentir tan enojado que dices y haces cosas de las que luego te arrepientes?

¿Eres capaz de cambiar una decisión, una añorada meta o propósito solo porque los demás no están de acuerdo contigo?

¿Tu estado de ánimo en el día a día depende de cómo se porten los demás contigo?

¿Algunas personas te manipulan al punto de hacer cosas que no quieres?

¿Tu imagen te preocupa en extremo porque tu autoestima depende de cómo te perciben los demás?

¿Tratas de ocultar tus emociones como tristeza o desilusión para no mostrarte vulnerable?

¿Tienes problemas para establecer límites?

¿Pides la opinión/aprobación de los demás para tomar decisiones tan sencillas como ordenar un plato en un restaurante?

¿En tus redes sociales te esfuerzas demasiado por proyectar un estilo de vida o una imagen perfecta?

¿Te cuesta ser espontáneo para no provocar críticas o exponerte ante los demás?

¿Te quejas mucho y te consideras víctima de las circunstancias?

Las situaciones anteriores revelan cómo podemos entregar a los demás el control sobre nosotros mismos, no es algo precisamente voluntario, puede tener muchas raíces, pero la mayoría de las veces radica en una baja autoestima. Queremos ser agradables, populares, encajar en el sistema, a costa de todo, hasta de nosotros mismos.

El primer paso para terminar con este círculo vicioso radica en fortalecer la confianza en quien eres y tener seguridad en las decisiones que tomas, a pesar de la gente y las circunstancias que te rodean.

¡No puedes quedar bien con todo el mundo! Con esto no quiero decir que no haya que aceptar los buenos consejos y la crítica realmente constructiva, me refiero a aquello que te resta independencia y te mantiene atado al qué dirán.

Recuerda que si otorgas a los demás el poder de determinar tu autoestima, nunca te sentirás lo suficientemente valioso, siempre dependerás de otros para sentirte bien contigo mismo. Eso solo traerá infelicidad. Este es el momento de tomar el control.

Qué hacer ante la crítica

No reacciones de inmediato, primero evalúa bien los comentarios o críticas para determinar si tienen validez. Si dejas que te afecten y te molestas podrías responder de forma inadecuada.

Ante la crítica puedes tratar de ver más allá y realizarte algunas preguntas como:

¿Tengo evidencia que lo que me dice es cierto o lo hace con la intención de lastimarme?

¿Tendrá una opinión realmente objetiva o lo que me dice está basado en falta de información o hechos falsos?

¿Debo cambiar mi comportamiento en base a lo que me dice o porque realmente es necesario hacerlo?

La reacción ante la crítica solo tú puedes controlarla. Lo que opina alguien sobre ti no lo hace una verdad. Tienes dos elecciones, sufrir por lo que piensan los demás o estar en desacuerdo de manera respetuosa y seguir adelante sin dedicar tiempo y energía a cambiar la mente de la otra persona. ¡Es tu decisión!

¡Se tú mismo!

Al tomar el verdadero control sobre nuestras decisiones y emociones y dejar de preocuparnos por las críticas u opiniones de los demás asumimos la responsabilidad de nuestro comportamiento; fortalecemos nuestra estima; hacemos las cosas que realmente nos satisfacen; dejamos atrás la culpa, el mal humor y negatividad; elegimos rodearnos de personas que nos ayudan a crecer y nos aceptan tal cual somos; nos preocupamos menos por aparentar y más por vivir intensamente; conseguimos un mejor sueño y reducimos el riesgo de depresión y ansiedad.