Una celebración memorable se vivió en el Templo San Francisco que esa tarde lucía en todo su esplendor con arreglos de fl ores blancas y decenas de veladoras. Ante la emoción de los invitados, Ana Rocío Merriam desfi ló hacia el altar del templo del brazo de su padre. Ella lucía feliz y radiante, con un delicado vestido de Sposa color marfil,confeccionado en seda y organza con encaje, que complementó con un delicado velo.
En el altar la esperaba ansioso su prometido Michael Peabody, quien la recibió con una enorme sonrisa. El padre Roberto Paiz, amigo muy querido de la familia, ofició la ceremonia seguida en primera fila por los padres de la pareja; Henry y Ana Merriam y John y Grace Peabody. Luego de recibir la bendición, Ana Rocío y Michael abandonaron el templo en medio de burbujas, aplausos y la sonora frase al unísono de los invitados, "Vivan los novios".
Una fiesta inolvidable les esperaba en El Trapiche, donde compartieron con centenares de invitados, muchos de ellos provenientes de México, Estados Unidos y Venezuela. Lámparas coloniales revestidas de follaje verde, mesas vestidas de blanco y con bases de espejos con velas, salas lounge y mesas cocteleras rodeadas de sillas acrílicas conformaron los ambientes.
Una fiesta inolvidable les esperaba en El Trapiche, donde compartieron con centenares de invitados, muchos de ellos provenientes de México, Estados Unidos y Venezuela. Lámparas coloniales revestidas de follaje verde, mesas vestidas de blanco y con bases de espejos con velas, salas lounge y mesas cocteleras rodeadas de sillas acrílicas conformaron los ambientes.
