Diana siempre supo que existía un tercero en su matrimonio, aún antes de casarse. "Entonces fue su culpa". Si uno simpatiza con Diana, y la compara con Camila Parker, es difícil aceptarlo, pero es cierto: aquí no hay una villana y una víctima. Hay una mujer que ganó, ganó Camilla. Primero porque no está muerta, Diana sí. Segundo porque la opinión pública rápidamente olvidó su papel de sombra, y ahora le reconocen sus virtudes, que no son pocas. Ha manejado con gracia su rol en la casa de los Windsor. Y hay que ser honestos, Carlos se ve más feliz con Camilla, de lo que pudo haber sido con Diana.
Tan diferentes y pero tan fuertes las dos, era fácil tomar partido con la mujer "engañada", aunque ninguna de las dos lo era. Ambas sabían. Algunas fotografías muestran a una Camilla curiosa desde las bancas de la iglesia viendo el matrimonio de Carlos y Diana. Las circunstancias de este triángulo amoroso fueron las mismas que las de cualquier otro, excepto por que fue tan público, tan expuesto. El amor se impuso, Camilla llegó al puesto donde la quería Carlos. Tarde, pero llegó.
DIANA Y LA MODA
No todo se le veía bien, eso no es cierto. Los primeros retratos de Diana no parecen de una veinteañera, sino de una muchacha disfrazada de señora.
La evolución del estilo de Diana va de la mano con su madurez emocional. Sus últimos años de vida vestía más acorde a su personalidad, no a lo que los demás querían ver de ella - lo mismo pasó con su cabellera.
Al pasar de los años, llegaron más colores sólidos, líneas sencillas ajustadas a la silueta atlética de la princesa, todo para revelar una avasalladora belleza que ni ella sospechaba que tenía. Armani, probablemente fue el que mejor la vistió. Bonita de gala, bonita en tennis y ropa de gimnasio, cada vez más sencilla, más cómoda consigo misma. Dueña de qué ponerse, cómo y cuándo.
DIANA Y LOS MEDIOS
Si algo hay que aplaudirle es su manejo de los medios de comunicación - y pensemos en que no había redes sociales que la ensalzaran o la lapidaran -. De la forma más dura, Diana aprendió que no se puede ser tan inocente y mostrarlo todo, pero también aprendió que un solo gesto, un detalle, podría causar revuelo y poner a la opinión pública a su favor.
(De lo primero, un ejemplo: la fotografía de su falda a contraluz, cuando apenas era la prometida del príncipe. Y de lo segundo: el famoso vestido de la venganza, escote y falda corta para un look sexy post-ruptura).
Ese magnetismo lo pudo capturar como nadie el famoso Mario Testino. Los retratos de Testino con Diana muestran a la mujer sensual, femenina, dulce, cercana, y eso solo sucedió gracias a la sensibilidad de un fotógrafo que pudo acercarse a la persona, no a la modelo.
Lo que nunca cambió fue esa mirada en la que todo se podía leer: tristeza, soledad, desconfianza, alegría, nostalgia. Algunas mujeres no podemos disimularlo nada, mucho menos Diana con esos ojos enormes y expresivos. La constante en cualquier aparición.