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Hasta la eternidad Gabriel García Márquez

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El mejor novelista, el personaje más influyente de las letras latinoamericanas...Gabo fue un gigante como pocos. Después de cuatro años de soledad lo seguimos añorando, todos sabemos que sus historias no se repetirán pero serán eternas

06/mar 2018

Gabito llegó al mundo ahogándose con el cordón umbilical anudado al cuello. Nació el 6 de marzo de 1927 en Aracataca, Colombia. Fue uno de los 11 hijos de Gabriel Eligio García, quien era telegrafista y Luisa Santiaga Márquez. De niño fue dejado al cuidado de sus abuelos maternos, el coronel Nicolás Márquez, fue su ídolo de toda la vida y Tranquilina Iguarán Cortés, quien le contaba historias fantásticas como si fueran reales, algo que marcaría su obra para siempre. Aprendió a escribir a los cinco años.

Al morir su abuelo regresó a casa de sus padres. Gabo, como todos los que le conocían y los que no le conocían lo llamaban, era prácticamente un desconocido para su papá. Fue muy difícil su relación: "Nunca me sentía seguro frente a él, no sabía cómo complacerlo. él era de una seriedad que yo confundía con la incomprensión", solía decir.

Conoció a Mercedes Barcha, la que sería su esposa, cuando ella tenía 9 años. Según contaba, le estuvo proponiendo matrimonio desde que ella cumplió 13 años, pero fue hasta que tuvo 26 y él 31 que se casaron.

Los años de internado también serían claves para forjar su carrera. Justo después de terminar la secundaria comenzó a escribir la novela La Casa, que posteriormente llamaría La Hojarasca (1955). Luego viajó a Cartagena donde ingresó a la Facultad de Derecho para estudiar ciencias políticas en la Universidad Nacional de Bogotá. Publicó en El Espectador su primer cuento: "La tercera resignación". Seguro que su talento eran las letras, cambió de carrera y se inició en el periodismo.

Foto: Revista Estilo

Trabajó en El Universal, El Heraldo, La Prensa y La Habana. Cuatro años estuvo ausente de Colombia. Vivió una larga temporada en París; recorrió Polonia, Hungría, Alemania, Checoslovaquia (en ese tiempo) y Rusia en precarias condiciones económicas. Es en este lapso que surgen sus obras El coronel no tiene quien le escriba y La mala hora. Sus ideales izquierdistas le hicieron enfrentarse con el dictador Laureano Gómez y con su sucesor, el general Gustavo Rojas Pinilla; problemas que lo llevaron al exilio voluntario a México y España, entre 1960 y 1970.

Vivió seis meses en Cuba pero se estableció en el país azteca donde empezó a escribir su obra maestra Cien años de soledad (1967). En ese entonces llevó a su esposa y a sus hijos Rodrigo y Gonzalo con él y permaneció 18 meses casi sin salir de una habitación a la que llamaba "La cueva de la mafia". Las deudas se acumulaban y para resistir económicamente vendió el automóvil y casi todas sus pertenencias.

Por esa obra, por la que recibió un anticipo de apenas 500 dólares, se convertiría en el máximo exponente latinoamericano del realismo mágico y sería honrado además con el Premio Nobel de Literatura en 1982. En la actualidad, la novela se ha traducido a la mayoría de los idiomas, vendiendo más copias que las de cualquier otro autor latinoamericano.

Recibió el galardón a los 55 años, lo que lo convirtió en el escritor más joven en obtenerlo desde Albert Camus, y luego fue formalmente invitado por el gobierno colombiano a regresar a su país. Siempre tenía flores amarillas en su casa, las consideraba un amuleto de buena suerte; sin embargo, pensaba que los caracoles detrás de la puerta, pavos reales, flores de plástico y el frac le daban muy mala suerte. Luego del Nobel escribió exitosas novelas como El otoño del patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981), El amor en los tiempos del cólera (1985), Del amor y otros demonios (1994 ) y Memoria de mis putas tristes (2004), su última obra de ficción.

Por muchos años, Estados Unidos le negó la visa, argumentando que estaba afiliado al partido comunista. Solo en 1971, cuando la Universidad de Columbia le otorgó el título de doctor honoris causa, le dieron una visa condi-cionada. Mujeriego confeso, periodista, novelista, escritor de guiones de teatro, amigo de Fidel Castro, crítico y perfeccionista, Gabo murió el 17 de abril de 2014. Tenía 87 años y padecía de cáncer. Se llevó su talento pero nos dejó historias que difícilmente se olvidarán. Y es que su legado es como él: inmortal.

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