Solamente falta poner el rótulo, pero era muy fácil saber que estábamos en el lugar correcto: el piso, las telas, los colores, la vibra: poner un pie y entrar ya era estar en el universo de Carmiña Romero.
Nos recibe un maravilloso mosaico - cómo no, Doninelli - que sirve de base a este atelier, una enorme mesa de trabajo donde ya bailan tijeras, cinta métrica, patrones, y metros y metros de tela original.
La diseñadora costarricense que este año con su colección 1906 pisó fuerte en la Bienal de Arquitectura, fue invitada al Fashion Week de New York, no podía cerrar de otra forma una gran temporada, sin abrir su atelier.
"Todo el tiempo he trabajado en mi casa, con las limitaciones que eso implica, pero aquí ya puedo dar a mis clientas un trato personalizado como el que buscan y me gusta dar" comenta Carmiña. Su escritorio tiene como base una antigua máquina de coser. Quedan algunos detalles y acabados por colocar, pero trabajo ya hay, y mucho. Estilo conoció de primera mano el atelier de la artista, que nos recibió con una aranciata - y ese verbo chispeante que la caracteriza.
Se viene un gran año para Carmiña. Los dejamos con parte de ese colorido, los diseños, los mosaicos, la esencia de su colección 1906. Su atelier se encuentra en el Centro Comercial El Cruce, en Escazú.
