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Jean Paul Gaultier y la ambigüedad

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Quimonos de seda en forma de trajes de noche, un homenaje al art decó, visto en los vestidos flapper, en las chaquetas de peluche y en los sombreros de copa que recuerdan al cabaret.

09/jul 2012

Mediados del siglo XIX. Una joven novelista escandaliza a la alta sociedad parisina vistiendo ropa de hombre, casi siempre negra, y fumando en público. Su nombre era George Sand, baronesa de Dudevant.

Su gran amor fue el también dramaturgo y poeta Alfred de Musset, dandy por naturaleza y autor de su propia autobiografía, La Confession d'un enfant du siècle, obra que este mismo año se ha adaptado al cine bajo el nombre The Confession of a Child of the Century.

Y, sorpresa, la protagoniza Pete Doherty -amigo de la desaparecida Amy Winehouse, a la que Gaultier rindió tributo en su última colección-. Todo este pequeño ecosistema: la escritora rebelde y su gran amour, llevado ahora a la gran pantalla por Doherty, es la chispa que ha inspirado en esta ocasión al genio de la rebelde Haute Couture, Jean Paul Gaultier.

A partir de ahí todo es osadía y provocación. Empezando por los más de 90 minutos de retraso con los que empezó el desfile, como si de un gran concierto se tratara. Hubo carne, mucha carne.

"Ha sido subido de tono sin llegar a ser grotesco", dijo nada más terminar la directora de moda de Vogue UK, Lucinda Chambers.

Quimonos de seda en forma de trajes de noche, un homenaje al art decó, visto en los vestidos flapper, en las chaquetas de peluche y en los sombreros de copa que recuerdan al cabaret.

Texturas de terciopelo, cuero y gasas plisadas. Colores camel combinados con oro, naranjas, violetas y verde oliva. Y una predominación absoluta del negro, como la baronesa de Dudevant.

Por supuesto hubo corsés, aunque esta vez hayan servido en su mayoría para dotar de formas a sus dos modelos preferidos: los andróginos Erin O’Connor y Andrej Peijic.

Vogue España

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