“Sentí que mi mundo se desmoronó cuando él publicó mis fotos”

Una joven diseñadora gráfica en San Pedro Sula compartió en exclusiva su traumante experiencia con su expareja, quien difundió contenido en Telegram.

Foto: Producción gráfica: LA PRENSA

Telegram es una de las redes sociales, con enorme alcance, que menos capacidades tiene para detectar este tipo de contenido dañino, donde la mayoría de víctimas son mujeres.

dom 12 de mayo de 2024

15 min. de lectura

San Pedro Sula, Honduras.

“Descubrí que tres imágenes íntimas mías y un vídeo de 30 segundos habían sido compartidas en Telegram sin mi consentimiento, sentí que mi mundo se desmoronó cuando el publicó mis fotos. La vergüenza y el miedo se apoderaron de mí rápido”, comentó Melissa, nombre ficticio que se dio a la joven para el marco de este reportaje, con el afán de proteger su privacidad.

Melissa se acercó a LA PRENSA Premium para describir su experiencia de la cual fue víctima en plataformas sociales, situación que la hizo sentir completamente vulnerable. No solo había perdido el control sobre su propia privacidad, sino que también se enfrentaba al juicio y la humillación de personas desconocidas, y la vergüenza sobre todo ante su familia.

Melissa vive en San Pedro Sula, ahora se desarrolla como diseñadora gráfica y en ese entonces estaba a punto de finalizar su carrera universitaria. Tiene 25 años y trabaja para una corporación en la ciudad. Fue víctima de filtración de contenido hace tres años, un año después de haber comenzado la pandemia.

Impactada

Este material solo se envió a una única persona, el hombre que ella, amó en su momento. Tuvieron una relación de noviazgo de dos años y medio, ocho meses antes del escándalo se había propiciado su ruptura amorosa.

“Cada notificación en mi teléfono se convirtió en un tormento, preguntándome quién más podría haber visto esas imágenes tan personales, sentí que mi dignidad estaba por el suelo, y luchar contra la difusión de ese contenido se convirtió en una batalla porque se viralizó en cuestión de horas una vez fue publicado”, recordó.

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Las imágenes y el vídeo íntimo, capturados en momentos de amor compartido, fueron después armas en manos de su expareja que conocía todos los puntos débiles de Melissa. Cada clic compartiendo aquellas imágenes era una puñalada en su corazón, una traición que cortaba más profundo que cualquier palabra.

El doxxing es una modalidad de ciberacoso que consiste en la recopilación y difusión en Internet de información privada de una persona sin su consentimiento.
El contenido íntimo, sobre todo derivado del sexting, se comparte sin consentimiento por las diferentes redes sociales, grupos de WhatsApp, Telegram o cualquier otra plataforma.

Para Melissa, la revelación que su exnovio había compartido su intimidad fue como una bofetada ¿Cómo podía alguien a quien había amado y confiado tanto ser capaz de infligirle tanto daño? Fue una tarde común, de martes, revisando distraídamente su teléfono mientras se encontraba en un mall de la ciudad, cuando una notificación inesperada en WhatsApp llamó su atención.

Era un mensaje de un amigo suyo preocupado, alertándola sobre algo que había descubierto en un grupo de Telegram. Intrigada, pero con un presentimiento de inquietud creciente, Melissa abrió las capturas de pantalla que este le compartió. Lo que miró la dejó paralizada: tres imágenes íntimas suyas y un pequeño vídeo, momentos capturados en la privacidad de su relación pasada, se exhibían sin pudor frente a los ojos de numerosos extraños en Telegram y quizá ya se propagaban en otras redes sociales.

Daño hecho

La sensación de desnudez emocional y violación de su privacidad la golpeó como un puño en el estómago. No era solo la invasión de su intimidad lo que la horrorizaba, sino la cruda realidad de que estas imágenes habían sido compartidas sin su consentimiento, por alguien a quien había amado y confiado. Relató, mientras apretaba sus manos en un solo puño, que su dolor se mezcló al mismo tiempo con su enojo mientras se enfrentaba al hecho de que su privacidad había sido pisoteada y su confianza había sido abusada.

La vergüenza de tener que enfrentarse al juicio de extraños, la incertidumbre de quién más había visto esas imágenes y la preocupación por cómo esto afectaría su vida personal y profesional la abrumaban; sin embargo, en medio de la desesperación, Melissa decidió hablar de frente con las personas más cercanas a ella: sus padres, hermanos y tiempo después su actual pareja, de quienes dijo, recibió apoyo y comprensión completa.

“No fue nada fácil, déjeme decirle, jamás imaginé encontrarme en esta situación, pero gracias a Dios no teníamos hijos en ese entonces. No entiendo por qué hizo algo así, no le hice nada, nuestra relación terminó porque así debía ser, ya no había amor y lo que pasó quedó en el pasado”, expresó Melissa con un tono de resignación y desconcierto ante lo sucedido.

$!El Ministerio Público tiene una dependencia especializada en atender denuncias donde se vulnera a la mujer, para proceder con las investigaciones y ejecutar las respectivas capturas; sin embargo, son pocos los casos que logran recibir.

Aunque Melissa estaba profundamente afectada por lo ocurrido, decidió no presentar una denuncia ante la Policía o el Ministerio Público por miedo a más repercusiones y al estigma asociado con la situación.

“Temía ser juzgada o revictimizada. La idea de enfrentarme a un proceso legal largo y angustiante podría exponer aún más mi intimidad y causar más sufrimiento, me llenó de ansiedad”, explicó Melissa, quien además, se sintió preocupada por su seguridad emocional y mental.

Aunque se sentía abrumada por la situación, optó por buscar apoyo emocional de un psicólogo, en su círculo cercano y en la iglesia católica donde se ha congregado siempre. Fue así cómo se centró en su proceso de sanación.

“¿Lo perdona?”, se le preguntó enfáticamente en la entrevista. “Francamente, sí, lo hice hace mucho tiempo por mi propia paz”, exteriorizó Melissa. “Espero que él también haya reflexionado”, agregó.

$!Aunque ha habido un importante avance de justicia contra quienes operan entre las sombras de la pornografía infantil, aún son insuficientes los trabajos para combatir los demás delitos cibernéticos de índole sexual.

“Es importante tener cuidado al compartir contenido íntimo de nosotras y de no confiar ciegamente en quienes están en nuestras vidas. No es bueno enviar imágenes o videos personales, recordemos que una vez que se comparten, pueden perderse para siempre y caer en manos equivocadas”, advirtió la joven durante el clímax de su entrevista.

A través de su testimonio, Melissa espera crear conciencia sobre los peligros de las redes sociales y alentar a otras mujeres a buscar ayuda si se encuentran en una situación similar. A través de su valiente testimonio espera inspirar un cambio y recordarle a todos aquellos que cobardemente lo hacen, que detrás de cada imagen compartida sin consentimiento, hay una persona cuya vida ha sido alterada para siempre.