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El saludo, eterno símbolo de cortesía

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No importan las diferentes culturas o la evolución de los tiempos, algunas cosas nunca pasan de moda. El saludo es una de ellas.

11/sep 2016

¿Se han dado cuenta que, desde que nos levantamos, comenzamos el día saludando? Así de natural debería ser todo encuentro, si se considera al saludo como un símbolo de cortesía universal.

Primero lo primero

El saludo, al entrar en el consultorio médico, al gimnasio o la oficina, es la puerta que abre toda comunicación. Por regla general, se debe saludar con amabilidad a quienes uno conoce y a quienes le presenten. No podemos pasar cerca de alguien conocido y no mirarlo o saludarlo.

Si va acompañado de otra persona deberá presentarla e incorporarla a la conversación si se extiende la charla. En el caso que estuviera en un restaurante se le invitará a sentarse a la mesa, acto que declinará tras agradecer.

Los hombres siempre se pondrán de pie para saludar y las damas podrán permanecer sentadas, salvo que quien salude sea alguien de mayor jerarquía, o que, por cualquier otra cuestión, merezca especial respeto.

¿Cómo saludo?

Si bien hay tantos saludos como culturas en el mundo, existe un saludo formal: estrechar la mano derecha, mirando a los ojos y esbozando una leve sonrisa. El grado de efusividad depende del tipo de vínculo y del ámbito donde éste se lleve a cabo; no es lo mismo saludar a un grupo de amigos en una celebración social, que a clientes en una reunión de negocios.

Hacerlo de manera inadecuada puede dar por concluida una relación sin haberla iniciado. Conocer cómo, cuándo y de qué forma saludar, puede ayudarnos a proyectar una buena imagen.

Por eso siempre salude:

• De pie, sin abrigos y sin sombreros puestos

• De la mano derecha breve, enérgica y firme

• Escuche los nombres antes de extender la mano

• El apretón en ámbitos profesionales en las mujeres es más suave

• Mire a la persona y preste atención

• Acompañe el saludo con palabras de cortesía ¨Encantado/a de conocerlo¨

• Actúe con cautela tratando de usted

• Utilice títulos y tratamientos correctos

• No rechace el saludo cuando se le da la mano ni se limpie la mano después del mismo

• Sus extremidades inferiores y tronco siempre de frente a su interlocutor

• Cuide su postura y aliento

• Respete los tiempos, no interrumpa

• Asiente con gestos suaves

• Evite masticar goma de mascar y bostezar

• Dos parejas: primero las damas, luego caballeros y el intercambio

En una reunión social

¿A quién debo saludar primero?

El que llega debe saludar. Primero al más importante, luego al resto. Al retirarnos, a la inversa. La forma de saludar la determinará quien tenga mayor precedencia, esa persona marcará la línea a seguir: dará la mano, un beso, un saludo verbal o una leve inclinación con el cuerpo. Cuando no se conoce a la persona siempre opte por dar la mano. Recordemos que nuestro comportamiento depende de la cultura donde estemos y no de dónde venimos.

Más que un simple hola

El saludo debe ser genuino y franco. Si es frío y mecánico no sirve; se nota. Así como un buen saludo puede levantarnos el ánimo y mejorarnos el día; un mal saludo, puede derrotarnos. Peor aún, es el saludo que no existió.

La desconsideración nos deja a merced de pensamientos detestables hacia quienes ignoraron nuestra presencia. Cualquiera de los tres, tiene repercusiones en nuestro interior a nivel profesional, social y hasta personal. Por eso es vital darle la importancia que merece, reconociendo que este acto es una muestra de buena educación.

Foto: Revista Estilo

¿BESO O ABRAZO?

Depende. Generalmente a mayor afecto, mayor grado de cercanía, y para eso está el beso, solo que el lugar y la cantidad dependerá del lugar del mundo donde se encuentre. En líneas generales el beso se da en la mejilla sin hacer ruido y sin dejar humedad. Respecto al abrazo y la palmada en el hombro o la espalda, corresponde en determinados momentos, sobre todo es reservado para personas que se conocen con anterioridad. En cuanto al tratamiento (vos, tú o usted) lo mejor es recordar el axioma social básico: de lo formal (usted) podemos pasar a lo informal (vos, tú) pero nunca a la inversa si no queremos morir de la vergüenza.

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