Letizia Ortiz. La lluvia caía sobre la catedral de Almudena en Madrid ese 22 de mayo de 2004 cuando Letizia Ortiz se convirtió en la esposa de Felipe de España. La periodista eligió como diseñador de su ajuar a Manuel Pertegaz, quien le confeccionó un vestido blanco de seda natural tramada con hilos de plata fina, corte princesa, manga larga, ceñido al talle, escote en pico con cuello en forma de corola, falda amplia y cola de 4,5 metros bordada con motivos heráldicos. Letizia no podía lucir más espectacular con ese diseño que complementó con la misma tiara estilo imperio, en platino y diamantes, que llevó su suegra, la reina Sofía, el día de su boda. El velo nupcial, de seda natural en blanco marfil, medía tres metros de largo y en el destacaban guirnaldas bordadas a mano, que mezclaban la flor de lis y la espiga. Los accesorios incluían unos pendientes de platino con diamantes, regalo de los reyes de España. El ramo incluía rosas rosas isabelinas, iris y lirios, unas flores que históricamente han estado ligadas a la dinastía de los Borbones.