En el interior, decenas de invitados especiales comenzaron a llegar para ser partícipes del traspaso de mando de Porfirio Lobo Sosa, el noveno presidente constitucional de la República.
Los primeros en llegar fueron los alcaldes municipales de todo el país, cuya comitiva estaba encabezada por el edil de Tegucigalpa, Ricardo álvarez, quien rompiendo el protocolo, vistió de forma casual, al igual que sus homólogos.
Para esa importante celebración, el estadio nacional experimentó una reconstrucción total en algunos de sus sectores. En diferentes áreas se instalaron pantallas plasma para que los presentes pudieran visualizar cada detalle de lo que ocurría sobre el escenario.
Sobre la pista, se instalaron tres tarimas destinadas a recibir a los invitados de honor, diputados y ministros. La estructura, con capacidad para más de 350 personas, fue diseñada por el arquitecto Luis Rivera, con la colaboración de los ingenieros Jorge Corletto y Alejandro Barahona.
Cada tarima estaba cubierta por toldos y decorada con lienzos blancos. En el área VIP, y desde lo más alto, imperaba el azul y blanco, evocando los colores de la Bandera Nacional. Al fondo se visualizaba un imponente mural, representando el juego de pelota Maya en Copán, junto a un collage de rostros.
De acuerdo a los organizadores, la idea de la imagen era recrear nuestras raíces mayas, sin olvidar el objetivo de unidad que busca el nuevo gobierno.