Jean Paul Gaultier,se alejó por una vez de la vida urbana y sus turbulencias para una colección otoñal en contacto con la naturaleza.
Los vestidos reproducen vetas de la madera, estampadas en satén o cuero, o representadas con drapeados que se anudan.
La paleta hace eco a los colores cambiantes del otoño: marrones, óxido, verde pino o kaki.
Gaultier cuya última colección se había inspirado de la noche parisina, apeló esta vez a paisajes de Japón que guardó en su memoria de regreso de un viaje. 'Vi jardines magníficos, materiales tratados de una manera muy pura, y me dió estas ganas de verde, de zen, de yoga casi, de respiración'.
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