Cabe destacar que Willow tenía casi 15 años y sufría de cáncer por lo que la Reina de Inglaterra tomó la decisión de sacrificarlo y sus restos fueron enterrados en los jardines del castillo de Windsor, a las afueras de Londres, donde se pondrá una lápida con la inscripción 'un fiel compañero de la reina'.
El amor de la Reina por este tipo de raza viene desde adolecente cuando su padre Jorge VI tenía un llamado Dookie por lo que ella quiso uno y le regalaron a Susan, por motivo de su cumpleaños 18 en el año 1944 y por eso he ahí el cariño por Willow ya que es descendiente de su primer can.
'A lo largo de los años la reina ha llorado a todos y cada uno de sus corgis, pero la muerte de Willow le ha afectado más que la de ningún otro. Probablemente se deba a que era su última conexión con sus padres y con un tiempo pasado que se remontaba a su infancia. Parece el fin de una era, desde luego', manifestaba una fuente al Daily Mail.
