A los responsables iraníes les molesta la imagen de su país que se refleja en Argo, la película de Ben Affleck sobre el rescate por parte de la CIA de seis de los diplomáticos estadounidenses secuestrados en Teherán. Desde su estreno, varios portavoces se han quejado de que da una mala imagen de los jóvenes revolucionarios que tomaron la embajada de EE UU en 1979 y de los iraníes en general, a los que refleja como ignorantes y fanáticos. Así que para compensar la balanza han decidido jugar con las mismas cartas y rodar su propia versión de aquellos hechos.
"El largometraje debería ser una respuesta adecuada a Argo, que da una visión incorrecta de los hechos históricos", ha anunciado el director de cine iraní Ataollah Salmanian, citado por la agencia Mehr. Según dijo, "las autoridades han aprobado el guion de Setad moshtarak" y solo espera que se le conceda el presupuesto para empezar el rodaje. La película, cuyo título podría traducirse como Junta de Estado Mayor, está financiada por la Organización para la Difusión de la Ideología Islámica.
Sería muy interesante descubrir la realidad de cómo se gestó (y manipuló) el asalto a aquella embajada, que ha marcado no solo la relación de Irán con EE UU (sin lazos diplomáticos desde entonces) sino la propia imagen de la República Islámica en el mundo. ¿Quién sugirió la idea a los estudiantes? ¿Cuándo se enteró Jomeiní y cuál fue su primera reacción? ¿Qué papel tuvo Khoeniha (el clérigo que actuaba de transmisor entre los jóvenes y el líder supremo?
Lamentablemente, es improbable que el proyecto vaya a dar respuesta a esas preguntas. Los datos que se han difundido hacen temer que el resultado sea un mero ejercicio de propaganda a mayor gloria de la versión oficial de aquel incidente.
"La película va a tratar sobre 20 rehenes que fueron entregados a Estados Unidos por parte de los revolucionarios", ha explicado Salmanian, una figura menor del internacionalmente aclamado cine iraní. En las semanas que siguieron al asalto de la sede diplomática, ocho afroamericanos fueron liberados por su pertenencia a una "minoría oprimida" y cinco mujeres en atención a su "especial estatuto en el islam". (Washington tachó el gesto de ejercicio publicitario para intentar dividir a su opinión pública).
Un hombre negro y dos mujeres considerados espías permanecieron cautivos durante los 444 que duró el secuestro.
El régimen siempre ha defendido que se trató de un acto de resistencia frente a la inmiscusión de EE UU en los asuntos internos de Irán y tratado a sus autores como héroes. Ni siquiera quienes entre ellos han expresado su desencanto con la revolución, se han arrepentido de haber participado en el asalto al "Nido de Espías", como rebautizaron la embajada. "Hicimos lo que nos pedía nuestra conciencia", declaró hace unos años a esta corresponsal Abbas Abdí, uno de los responsables del asalto.