El compositor John Williams, que ha pasado a la historia por la música de clásicos del cine como “La guerra de las galaxias”, “Parque Jurásico”, “Tiburón” o “La lista de Schindler”, aspira a su sexto Óscar este fin de semana por la banda sonora de “Los Fabelman”, de su fiel colaborador y viejo amigo Steven Spielberg.
A sus 91 años, Williams ha sido nominado 53 veces -le gana Walt Disney, con 59- y si el domingo se lleva otra estatuilla dorada a casa, hará historia como la persona de más edad en ganar un Óscar. El actual récord lo ostenta el guionista James Ivory, que tenía 89 años cuando ganó el último.
“Parece irreal que alguien tan mayor pueda trabajar tanto”, dijo recientemente el compositor a la cadena NBC News, pero sigue siendo muy ”emocionante incluso después de 53 años” en el candelero.
El compositor ya tiene en su vitrina cinco Óscar por la música original de “La Guerra de las Galaxias”, “El violinista en el tejado”, ”Tiburón”, “E.T.: el extraterrestre” y la “Lista de Schindler”, estas tres últimas de Spielberg, con quien mantiene una estrecha relación profesional y personal.
Aunque su obra está impregnada de influencias musicales de mediados del siglo pasado, como el jazz o estándares populares estadounidenses, su fuente son los clásicos como Wagner.
“Wagner vive con nosotros: no puedes escapar de él”, declaró a The New Yorker en 2020.
Colaboración única
Hijo de un percusionista, Williams nació el 8 de febrero de 1932 en el barrio neoyorquino de Queens. Fue el mayor de cuatro hermanos.
La familia se mudó a Los Ángeles en 1948, donde Williams estudió composición y estudió un semestre de jazz en Los Angeles City College.
Como miembro de la Fuerza Aérea, tocó el piano e instrumentos de viento en la banda de su unidad. Al concluir el servicio militar, se trasladó a Nueva York para estudiar piano en la prestigiosa escuela Juilliard.
Aunque inicialmente quería ser pianista, pronto se decantó por la composición. Su versatilidad, desde el jazz hasta la música clásica, pronto le entronizó en el Olimpo musical.
Regresó a Los Ángeles, donde trabajó en estudios de cine y como pianista. Adaptó para el cine de “West Side Story”, de Leonard Bernstein.
En 1972 ganó su primer Óscar por “El violinista en el tejado”, aunque su primera nominación se remonta a 1967 por la película “El valle de las muñecas”.
Su colaboración con Spielberg empezó en los primeros años de la década de 1970, con “The Sugarland Express” (“Loca evasión”) y siguió con “Tiburón”.
El amenazador ostinato de dos notas que Williams compuso para la película se ha convertido prácticamente en sinónimo del propio miedo: “John Williams es en realidad la mandíbula de Tiburón”, dijo de él Spielberg.
La película de también oscarizado director le valió a Williams su segundo segundo Óscar, dando inicio a una larga y fructífera colaboración que también incluye la banda sonora de “Encuentros en la Tercera Fase”.
La banda sonoras de nuestra vida
Spielberg presentó a Williams a George Lucas, con quien firmaría otra colaboración histórica que dio lugar a una de las partituras más reconocibles del cine, “La guerra de las galaxias”, con pistas musicales que enlazan la historia repleta de personajes.
“Escribió la banda sonora de nuestras vidas”, declaró el director venezolano Gustavo Dudamel a The New York Times el año pasado. “Cuando escuchamos una melodía de John, retrocedemos a una época, a un sabor, a un olor”. “Todos nuestros sentidos retroceden a un momento”, sostuvo.
Entre el centenar de bandas sonoras que compuso Williams destacan las de las tres primeras entregas de “Harry Potter”, “Indiana Jones” y “Superman”.
“Harrison Ford convirtió a Indiana Jones en un héroe de acción icónico, pero John nos hizo volver a creer en la aventura con esa marcha trepidante”, dijo Spielberg.
Aunque recientemente dijo que podría dejar la composición cinematográfica y centrarse más en la composición y la dirección de música para concierto, Williams ha dicho que quiere trabajar al menos hasta los 100 años.
“Me quedan 10 años más. Me quedaré por aquí un tiempo”, dijo recientemente. “No puedes ‘retirarte’ de la música”.
“Es como respirar”.
bur-mdo/af/ll