El 29 de julio de 1981, la catedral londinense de Saint Paul fue escenario de una boda digna de un cuento de hadas. En las calles de la ciudad, más de 600 mil personas esperaban ansiosas el paso de la carroza de cristal que conducía a lady Diana a la iglesia donde se convertiría en la esposa del príncipe Carlos.
Más de 750 millones de espectadores siguieron a través de la televisión el momento en que Diana desfi ló hacia el altar con su impresionante vestido romántico de seda marfi l, con mangas farol, una cola de 25 metros y delicados detalles bordados a mano y aplicaciones de diez mil perlas, diseñado por Elizabeth y David Emanuel, y complementado con una tiara de oro y diamantes, joya de la familia Spencer.
La boda del siglo XX, como se denominó, convocó a tres mil invitados, entre ellos, más de 170 jefes de Estado y toda la aristocracia europea. Tres décadas después, justo el 29 de abril de 2011, William, el hijo mayor de la pareja y heredero al trono, protagoniza junto a Kate Middleton, una nueva boda real que ha contagiado de emoción a los británicos y que será transmitida en vivo y seguida por millones de personas en todo el planeta.
