Así fue la procesión del Papa Francisco
A las 9 de la mañana en Roma, los pasillos del Vaticano se cubrieron de un silencio solemne. Desde la residencia de Santa Marta hasta el altar mayor de la basílica de San Pedro, el féretro del papa Francisco fue trasladado en una procesión que destiló respeto, sencillez y espiritualidad. Fue un acto profundamente simbólico, no solo por su carácter litúrgico, sino porque reflejó el alma del primer papa latinoamericano: un pastor que prefirió caminar descalzo sobre los lujos, un líder que eligió el diálogo antes que el dogma.
La escena, cargada de emoción, quedó registrada en la memoria colectiva como el último gran gesto de un hombre que transformó la Iglesia con su ternura y determinación.
La procesión fue encabezada por el cardenal camarlengo Kevin Farrell, quien bendijo el féretro antes de que fuera llevado a hombros por los sediarios pontificios. A diferencia de otros funerales papales, este acto evitó fastos innecesarios, siguiendo los deseos del propio Francisco. El ataúd cruzó la plaza de los Protomártires Romanos hasta ingresar a San Pedro, escoltado por la Guardia Suiza y con una atmósfera de recogimiento total.
Allí, frente al Altar de la Confesión y bajo la mirada del mundo entero, comenzó la capilla ardiente que se extenderá hasta el viernes. Fieles de todos los rincones del planeta hacen fila para rendirle homenaje, agradeciendo a quien los acompañó en tiempos de incertidumbre con palabras de consuelo, gestos revolucionarios y una visión pastoral de vanguardia.
El funeral oficial será este sábado 26 de abril a las 10:00 a.m. (hora Roma), presidido por el cardenal Giovanni Battista Re y con la presencia confirmada de líderes mundiales como Donald Trump, Emmanuel Macron, Lula da Silva y Volodímir Zelenski. Sin embargo, y tal como lo había estipulado en vida, Francisco no será enterrado en las grutas vaticanas como sus predecesores, sino en la basílica de Santa María la Mayor.
Este gesto final no es menor: Francisco eligió el lugar donde tantas veces oró por la humanidad como su descanso eterno. Un cierre profundamente coherente con su visión de Iglesia: más humana, más cercana, más real.