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Laura Bermúdez documentalista hondureña

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Despedimos nuestra edición de marzo con una entrevista única a cada uno de los participantes en nuestra portada de marzo que están creando proyectos y contando historias fabulosas dentro de la cinematografía nacional. Laura Bermúdez es una de esas maravillosas entrevistas, conócela.

26/mar 2018

¿Quién soy yo para dar cátedra de la vida?... Llevo de la mano al espectador para que juntos descubramos una historia... conectarme emocio-nalmente con la audiencia, con los personajes", así se compenetra con cada proyecto que em-prende Laura Bermúdez, una de las directoras de cine documental más importantes de Honduras. Con 11 documentales y varios premios, ella es una de las cineastas con mayor reconocimiento a nivel de la región.

Foto: Revista Estilo



Nació un 12 de mayo de 1987 en Tegucigalpa, de madre brasileña y padre hondureño. Sus primeros años de vida transcurrieron en Sao Paulo, "mi primer idioma es el portugués, de mis preciados tesoros có-mo olvidar las historias que contaban mi abuela, tía y madre (fábulas y cuentos de la cultura popular brasileña) antes de dormir". Mientras de su infancia en Tegucigalpa también guarda memo-rias: "recuerdo ir al cine Centroamérica y al cine de Plaza Miraflores... las extensas filas de los viernes en la tanda de las siete... mi parte favorita era cuando mi hermano y mi papá empezaban a discutir sobre la actuación de los personajes y mensajes de la cinta".

Fue junto a su hermano mayor Juan Diego que descubrió los clásicos La Naranja Mecánica y The Shinning, era el apogeo de los videoclubs, "empecé a rentar los primeros documentales latinoamericanos que me impactaron, en el caso de El Hoyo (México) has-ta hoy sigue siendo una gran referencia", apunta.

Fue estudiante de medicina en 2005 y un año después tuvo la oportunidad de hacer un voluntariado en el norte de Inglaterra, donde descubrió el cine documental. En otras palabras se dio cuenta de lo que realmente anhelaba hacer en su vida.

"Recuerdo que llamé a mis papás para decirles que iba a abandonar la carrera de medicina para dedicar-me al cine", dijo. Dos años después, a sus 21, Laura dirigió su primer trabajo llamado Bajo La Carpa, mientras cursaba su segundo año de licenciatura en Comunicaciones y Publicidad en UNITEC. "Junto a mi colega César Hernández me lancé a dirigir un documental, cuando nunca había dirigido cine en mi vida".

Nada llegó fácil, pasó dos años filmando la vida diaria de una familia circense. "Necia", como ella se describe, logró sacar el proyecto que aunque no resultó magistral, tuvo lecciónes aprendidas. "Al final así es el cine, se aprende haciendo", explica. Ese documental le dejó "una gran experiencia humana, pieza clave, parte de mi historia y de mi formación como directora".

Tiempo después Bajo La Carpa se presentó en el Festival de Cine de Costa Rica en 2014, en el laboratorio de cine documental, Doculab 2.0. Laura aún tiene muy presente las palabras de la cineasta mexicana Alejandra Isaías (tutora del laboratorio): "qué refrescante ver algo de Honduras que no sea sobre la violencia".

Después de graduarse de la licenciatura, en 2013 viajó a Río de Janeiro para cursar un postgrado de cine documental. "Estudiar ahí me cambió la vida, conocí a grandes del cine brasileño como Eduardo Coutinho (padre del documental en Brasil)", dice. Pero su formación no solo fue en el salón de clases, "regularmente frecuentaba los cines independientes de Río y asistía a los conversatorios de los directores de las películas".

Laura además trabajó en una importante productora cinematográfica transcribiendo entrevistas para los editores, y con su sentido acucioso estuvo atenta a todo el proceso de postproducción. Su intuición le decía que era momento de hacer cine documental en Honduras, "al final de esa experiencia yo supe que mi camino estaba aquí. Por más que amo Brasil y que tengo la nacionalidad brasileña, las historias que yo quiero dirigir están en Honduras".



De regreso, comenzó a trabajar en proyectos muy importantes entre los que figuran El Tumbador, Oro y Miseria y Negra Soy, entre otras historias de alto mensaje social. "Todos esos cortos están relacionados direc-tamente conmigo, mi vida, mi entorno, mis preocupaciones". Oro y Miseria le permitió ganar en 2017 el primer lugar en el VI Festival de Cortometrajes de El Heraldo en la categoría de Mejor Directora y Documental, además de presentarlo en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en Cuba.



Su más recien-te producción Negra Soy, junto a Jablo Productions y Tercer Cine (su propia empresa productora), refleja la historia de tres mujeres garífunas en diferentes etapas de su vida que luchan por sus sueños. Ese trabajo le permitió ganar el oro a Mejor Documental en el I Concurso Nacional de Cine en Honduras. Esta enérgica cineas-ta apoya abiertamente las luchas femeninas,"hay un término fe-minista que es mi favorito: solidaridad.

Tenemos que apoyarnos, necesitamos empoderarnos y romper con las ataduras", dice con energía. Como cada experiencia, Laura ha tenido que luchar con difíciles momentos profesionales y personales.

Al preguntarle su opinión sobre el movimiento #TimesUP o #Metoo, nos hace una impactante revelación: "En mi adolescencia yo fui víctima de un acosador. Justo en este momento de mi vida estoy desenterrando un trauma que llevo años guardando y es un proceso muy doloro-so que tengo que sanar. Y justamente por esta razón, no me queda nada más que decirles que de parte de mi empresa Tercer Cine, nos vamos a unir completamente a la causa de la lucha contra el acoso sexual".

Laura está consciente que esta batalla debe ir más allá, particularmente en Honduras, "¡Ya no más... Ya estamos cansadas y es hora de actuar!", manifiesta con convicción. Nada ha sido fácil para esta heroína del celuloide, cada herida, cada logro y cada paso le han moldeado el carácter .

Trabajar en una industria con una presencia masculina fuerte, a pesar de los fantasmas del pasado, no la intimida pues para ella al final,"los frutos que he cosechado en el último año no son porque soy mujer, son porque llevo diez años, esforzándome pese a todo mal pronóstico... con la mirada fija en la meta quijotesca: hacer cine documental en Honduras".

Su motivación para seguir trabajando no son premios ni dinero. La mujer de los dulces ojos verdes, completamente humana, amiga, hermana que ama profundamente su familia y su trabajo.

Se evalúa a sí misma y nos contesta, "sé que voy por buen camino, pero el nivel que hay en otros países es altísimo. Hay que seguir formándose, hay que ver muchas películas y hay que hacer más cine. Como dice Werner Herzog (documentalista alemán), hay que leer, leer, leer. Hay que caminar, caminar, caminar. Hay que filmar, filmar, filmar".

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