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El escritor hondureño Jonatan Rodríguez presenta en Barcelona su libro Itzayana

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En el libro Itzayana: Aventuras increíbles por Honduras, Jonatan nos invita a recorrer la historia del país a través de los ojos de una niña maya que encarna la sabiduría y la fuerza de nuestras raíces.

04/nov 2025

El escritor hondureño Jonatan Rodríguez presentó en Barcelona, España, su más reciente obra literaria: Itzayana. Este libro, concebido como un puente entre la nostalgia y la identidad, rinde tributo a las raíces, la cultura y las maravillas naturales de Honduras.

Con una narrativa fresca y profundamente emotiva, Rodríguez invita al lector a recorrer los paisajes más emblemáticos del país, entrelazando leyendas, aventuras y el espíritu resiliente de su gente. Más que un texto ilustrado, Itzayana es —en palabras de su autor— “un viaje literario para redescubrir nuestras raíces”.

Jonatan, quien llegó a España para estudiar su doctorado en la universidad de Castilla La Mancha pero debió extender su estadía por motivos inesperados, dedica esta obra a los niños hondureños que crecen lejos de su tierra natal, con la esperanza de que en sus páginas encuentren un vínculo vivo con su historia y su identidad.

Desde Barcelona Rodríguez nos cuenta la historia detrás de Itzayana, así como un poco de su trayectoria y su proceso creativo.

¿Qué te inspiró a escribir Itzayana?

Todo comenzó cuando un amigo (Jhoiner Fernández) me dijo que nadie había escrito aún la historia de Honduras para niños. Esa frase me encendió una chispa. Como siempre me ocurre, dejé de dormir, comencé a investigar, leer, planificar. Así nació esta obra, que fui escribiendo e ilustrando con pasión, sabiendo que sería una forma mágica de enseñar historia a las nuevas generaciones.

¿Quién es Itzayana y qué representa en la historia?

Itzayana es mi hija. Mientras yo escribía un libro anterior sobre la enfermedad de mi hijo, Kenanías, ella me pidió que le hiciera uno a ella. Así nació el personaje: una niña maya que guía a dos jóvenes atrapados mágicamente en un libro, y les enseña la historia de Honduras para poder regresar a su época. Itzayana representa la voz ancestral, la sabiduría femenina, la conexión con nuestras raíces y el poder del conocimiento como salvación.

¿Qué hechos históricos aparecen en el libro?

El libro hace un recorrido narrativo por los hechos más importantes de la historia de Honduras: los pueblos originarios (lencas, tolupanes, pech), la civilización maya en Copán, la llegada de los conquistadores, la resistencia de Lempira, la colonia, la independencia de 1821, Francisco Morazán, las guerras del siglo XIX, la formación de la república, el siglo XX con sus desafíos y la situación actual del país. Todo está contado de forma mágica, pero fiel a la historia.

¿Cuál fue el mayor reto al escribir esta obra?

El mayor reto fue cómo contar siglos de historia de forma atractiva para niños. Requirió mucha investigación, planificación narrativa y creatividad. Quería que los niños aprendieran sin sentir que están en una clase, y que vivieran una aventura donde el conocimiento fuera clave para avanzar.

¿Cómo describirías tu estilo artístico?

Es expresivo, simbólico y con un fuerte compromiso social. Me gusta trabajar con figuras humanas y rostros llenos de emoción.

¿Qué técnicas o materiales prefieres usar y por qué?

Trabajo con técnicas mixtas, pero en los últimos años he desarrollado una fuerte inclinación por el óleo en gran formato, especialmente en estilo realista e hiperrealista, así como técnicas digitales para ilustración y diseño conceptual.

¿Qué te inspira a la hora de crear?

Mi proceso creativo comienza con la investigación. Me gusta entender profundamente el tema que voy a abordar: leo, entrevisto personas, recojo testimonios y experiencias reales. La inspiración no es algo místico para mí, es una consecuencia de la empatía, el estudio y el compromiso.

El mural de cinco metros que realicé en la UPNFM, inspirado en el estilo de Rafael Sanzio, donde la educación es retratada como fuerza liberadora. Ambas obras reflejan no solo mi técnica, sino también mi visión social del arte.

¿Tienes algún ritual o rutina antes de comenzar a trabajar?

Sí, y es bastante emocional. Durante varios días, la obra me acompaña mentalmente: la veo, la analizo, la ajusto mentalmente mientras duermo o camino. Es una sensación de adrenalina creativa, una urgencia de sacar lo que llevo dentro. Para mí, crear es una necesidad vital.

¿Cómo fueron tus inicios en el arte?

Mis inicios fueron en la iglesia. Desde muy joven, pintaba murales en los templos, tocaba la batería en los grupos musicales y actuaba en obras de teatro. Ese espacio fue mi primer escenario, donde entendí el poder del arte para conectar con los demás, para transformar emociones, para servir. No fue una formación académica al inicio, fue una experiencia viva, espiritual y comunitaria.

¿Qué significa para ti ser artista hoy?

Como escribo en mi libro Identidad de un Artista Plástico, ser artista hoy es vivir para crear. No es un oficio ni una profesión solamente: es una forma de mirar la vida. Cada momento es una oportunidad para transformar lo vivido en arte. Ser artista es también observar, cuestionar, proponer. Es cargar con una sensibilidad activa, que no se apaga, y que busca aportar algo valioso a la sociedad.

Un premio no te convierte en artista: lo hacen los años de entrega, las madrugadas creando, los rechazos que superas, y el amor por lo que haces. Hay que trabajar más que los demás para llegar a donde sueñas
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