En el mundo del emprendimiento hondureño, hay historias que huelen a pasión, esfuerzo y propósito, como la de Oh! Soap, una marca creada con ciencia y corazón por las primas y arquitectas Valerie y Alu Peña.
Todo comenzó con un problema tan común como personal: la piel sensible. En la búsqueda de una solución natural, accesible y efectiva, estas jóvenes transformaron su curiosidad en una línea de jabones artesanales que hoy conquista corazones y pieles por igual.
Desde sus inicios en 2023, Oh! Soap se ha destacado por su compromiso con la calidad, la sostenibilidad y la educación sobre el cuidado de la piel. Sus productos, elaborados desde cero con ingredientes aprobados por la FDA y probados junto a expertos, reflejan una filosofía clara: la belleza y la salud de la piel no deberían ser un lujo, sino un derecho al alcance de todos.
Con anécdotas divertidas, aprendizajes profundos y una visión de crecimiento responsable, Valerie y Alu han convertido su laboratorio casero en un pequeño espacio de magia y bienestar, demostrando que cuando el propósito es genuino, hasta una barra de jabón puede contar una gran historia.
¿Cuál fue el primer jabón que hicieron?
¡Cómo olvidarlo! Se suponía que iba a ser de menta color azul. Como todavía no sabíamos que había que usar materia prima aprobada por la FDA o apta para piel sensible, compramos una mica (un polvo de color que se usa para dar tono a los jabones) en Facebook Marketplace.
El jabón quedó precioso, azulito, olía riquísimo... hasta que nos bañamos con él. Terminamos las dos pintadas de azul de pies a cabeza. Pasamos dos semanas con brazos y piernas azules, usando manga larga y pantalón porque nos daba pena que nos preguntaran qué nos había pasado. ¡Lección aprendida a lo grande!
¿Qué significó para ustedes dar el primer paso y lanzar tu propia marca?
Fue una mezcla de miedo, emoción y mucho orgullo. Al principio solo vendíamos a amigos y familia, y fueron ellos quienes nos animaron a compartir nuestros jabones con más personas porque realmente les encantaban. Ese empujoncito nos dio la confianza para lanzarnos. También fue una prueba de que los sueños se construyen con paciencia, fe y creyendo en lo que haces, aunque al inicio dé miedo.
¿Qué diferencia hay Oh! Soap de otras marcas de jabones artesanales?
En Oh! Soap hacemos todo desde cero, sin usar bases ni mezclas genéricas. Cada ingrediente que usamos es importado y aprobado por la FDA, y cada fórmula se estudia, se prueba y se valida con profesionales antes de lanzarla. Le ponemos mucha dedicación, paciencia y sobre todo corazón, porque entendemos lo que es tener piel sensible.
¿Cómo elegís los ingredientes para cada producto?
Siempre pensamos primero en la piel —qué necesita y cómo podemos ayudarla— y después en las propiedades de cada ingrediente. Por ejemplo, la leche de cabra, que traemos desde Danlí (¡sí, fuimos a ver las cabritas y todo!), es uno de nuestros mayores éxitos porque hidrata profundamente, regenera la piel y hasta ayuda en casos de quemaduras o irritaciones.
Luego pensamos en el diseño y el aroma, pero nada es al azar: cada ingrediente tiene un propósito y una razón para estar ahí.
¿Qué beneficios ofrecen los jabones naturales frente a los comerciales?
Los jabones naturales cuidan la piel de verdad: limpian sin resecar, hidratan y duran más, nuestros jabones están hechos 100 % con aceites naturales como coco, oliva y manteca de cacao, para nutrir y proteger la piel sensible o con condiciones especiales.
¿Qué importancia tiene la sostenibilidad en tu proceso de producción?
Muchísima. En Oh! Soap buscamos cuidar la piel sin dañar el planeta: no usamos plásticos, nuestros empaques son de papel kraft y los jabones los dejamos al natural, sin envolver. Todo lo que usamos vuelve a la tierra de manera natural, sin contaminar. Además, evitamos desperdicios y reciclamos todo lo que podemos. Queremos que cada jabón sea bueno para vos y para el planeta
¿Cómo es tu proceso al crear un nuevo jabón?
Primero llega la idea... y después el caos. Definimos qué tipo de piel queremos ayudar y qué materia prima se necesita. Luego hacemos la fórmula (nuestra “receta”) con ayuda de un químico en farmacia para que todo sea seguro. Probamos, ajustamos y dejamos que las barras se curen durante 40 días, que es el tiempo que necesita la saponificación. Después lo usamos nosotras mismas, y un dermatólogo también lo prueba para asegurarse de que funcione para distintos tipos de piel.
Solo cuando todo está perfecto en textura, aroma y cuidado, lo lanzamos a la venta. Es un proceso de prueba, error y mucha paciencia, pero cada barra vale la espera.
¿Se inspiran en algo específico (colores, estaciones, emociones, aromas?
¡Totalmente! Como ambas somos arquitectas, nuestras mentes creativas nunca paran y siempre queremos hacer cosas diferentes, desde los diseños de los jabones hasta los empaques y las tarjetas.
Nos inspiramos en emociones, arte, recuerdos y momentos especiales; a veces un aroma o un color nos recuerda algo y de ahí nace toda la idea. También nos encantan los colores y lo que transmiten: alegría, calma, frescura... cada detalle cuenta.
¿Qué ha sido lo más difícil y lo más gratificante de emprender?
Lo más difícil: Empezar con poco y hacer todo nosotras mismas. Entrar al mundo de las ventas en Tegucigalpa, llegar a la gente y que nos conozcan fue un reto enorme. Como nuestros jabones son saponificados y no de glicerina, también tuvimos que educar a las personas sobre la diferencia y el valor real del producto, cambiando la forma en que piensan sobre el cuidado de la piel.
Lo más gratificante: Ver cómo la gente se enamora de nuestros jabones y nos cuenta que realmente les ayudaron con su piel. Saber que estamos impactando a personas de distintas edades y géneros, educándolas y mejorando su autocuidado, no tiene precio.
¿Qué aprendieron de ustedes misma durante este proceso?
Aprendimos que somos muy locas y apasionadas, y que cuando nos metemos de lleno en algo, no nos rendimos aunque aparezcan problemas o ganas de renunciar.
También descubrimos que somos más pacientes y fuertes de lo que pensábamos. Con amor, constancia y buena música de fondo, incluso en la cocina ( es nuestro laboratorio) se puede hacer magia.
¿Qué consejo darían a otras personas que quieren iniciar un negocio artesanal?
Les diríamos que estudien y se eduquen antes de empezar, porque el conocimiento es clave. Que pidan ayuda sin miedo; si alguien les dice que no, probablemente no es la persona indicada. Que no se rindan si las cosas no salen como esperan, y que empiecen con lo que tengan, sin buscar la perfección al principio. Lo más importante es enfocarse en el propósito, y el resto llega con práctica, paciencia y pasión.
¿Hacia dónde te gustaría llevar Oh! Soap en los próximos años?
Nos gustaría tener nuestra propia tienda física, llegar a más lugares de Honduras y empezar a exportar. Pero más allá de crecer, nuestro sueño es crear empleo local y seguir ayudando a quienes más lo necesitan. Por ejemplo, mes a mes donamos jabones a personas con quemaduras a través de CRISAQ, y queremos seguir extendiendo ese apoyo.
También queremos educar a la gente sobre el cuidado de la piel y mostrar que existen opciones efectivas y accesibles para tener piel sana sin gastar de más. Y, claro, queremos ser esa solución perfecta para quienes buscan un regalo de último momento: nuestros jabones no solo son lindos y útiles, ¡todos necesitan uno en casa!
¿Cómo imaginan que la gente se sienta al usar tus jabones?
Queremos que disfruten de su piel y del baño como nunca. Tenemos niños de cinco años que ahora piden bañarse por los aromas de chocolate o Skittles de nuestros jabones, ¡y eso nos encanta! También queremos que todos se sientan cuidados, mimados y felices, pero sin preocuparse por gastar de más. Que sepan que están usando un producto que realmente cuida su piel, a un precio justo. Que cada baño con Oh!Soap sea un pequeño respiro de paz y alegría en el día.
¿Qué significó participar en Girl Boss?
Participar en Girl Boss fue mucho más que una competencia: fue una experiencia que nos tocó el corazón. Fuimos a San Pedro, y eso nos abrió los ojos: vimos cómo nos buscan, nos escuchan y nos aceptan con entusiasmo. Conocimos mujeres increíbles, hicimos amigas y sentimos que formamos parte de una comunidad que se apoya, comparte y celebra los sueños de cada una. Nos inspiró, nos enseñó y nos recordó que no estamos solas en este camino de emprender con pasión y propósito.