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La eterna Diana

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Diana y sus hijos

31/ago 2017

DIANA Y SUS HIJOS

Tanto William como Harry son el espejo de las mejores virtudes de Diana.

William, criado con amor dentro del rigor de la formalidad que requiere su cargo, tiene la misma mirada de su madre.

Harry es el lado divertido, más humano de su madre. Y sí, al igual que ella resbaló y erró, ay, este pelirrojo, l´enfant terrible de Diana, el que saluda a atletas en una maratón, juega con niños en áfrica, abraza a una anciana y le pone atención cuando conversa con ella. Es quien más se ha dado permiso de ser como Diana, y continuar su mensaje de compasión y solidaridad. Se arrolla las mangas, se pone de cuclillas para hablar con los niños, ríe con ganas, sabiéndose libre de la presión de ceñirse una corona.

Tanto William como Harry son el espejo de las mejores virtudes de Diana.

No se podría hablar de Diana sin hablar de ellos, que a tan temprana edad se vieron impactados por su ausencia. Ambos han admitido recientemente lo duro que fue este trauma, y sobrellevarlo.

Nada le gustaba más a Diana que ser mamá, y por eso les dio lo que tanto hace falta a los niños que nacen en una casa real: calidez de hogar, de un hogar común como el suyo o el mío. Por eso las mejores fotos de los tres son esas en las que ríen al jugar en un parque de diversiones, empapados y relajados. Y la que más me gusta, la princesa abriendo los brazos, corriendo a saludarlos. Los abrazos que le faltaron a Carlos en la infancia, le sobraban a William y a Harry.

Perder súbitamente a su madre y lidiar con ello ante el mundo, no poder hacer el duelo que haría cualquier niño, les afectó más de lo que imaginaban. No es sino hasta ahora que lo reconocen.

Eran apenas unos niños, estaban de vacaciones con su papá mientras los noticieros y periódicos del mundo confirmaban la muerte de Diana y su acompañante Dodi Al Fayed, en un accidente de tránsito en París.

A pesar de los esfuerzos por mantenerlos aislados de los hechos y amortiguar el golpe de la noticia, esto no se asimiló en la cabecita de un pequeño Harry, que con inocencia preguntó:

La familia Real

- "Is mummy really dead?" (¿De verdad está muerta mamá?)

Muchos admiramos la entereza de esos niños que en pleno funeral parecían estar en absoluto control, asumiendo su rol oficial ante la gente sin mostrar un ápice de emoción.

Veinte años después, ante el diario TheTelegraph y la cadena BBC, los hermanos revelan el por qué de ese aparente auto control, y cómo ahora admiten que ellos, y cualquiera que pase por semejante trance, no debe quedárselo para sí mismo.

Para Harry, la muerte de su madre desencadenó lo que él mismo ha llamado un caos total. Tenía solo 12 años, pero armó una burbuja de silencio y decidió no hacer el duelo.

Su manera de lidiar con ello, fue, según dijo, "meter la cabeza en la arena. Para qué pensar en ella si me iba a poner triste, pensar en ella no iba a traerla de vuelta a la vida."

Fue su hermano mayor quien le aconsejó, básicamente "dejarlo salir". No solamente hablando, también soltando la ira acumulada a través del deporte, específicamente el boxeo.

Ahora sí lo reconoce, pero han sido 20 años de callarlo, reservándose todo lo que ello implicaba.

"Al morir ella, se desbordaron el amor y las emociones, lo cual fue impactante. Era hermoso, pero impactante. Ahora que miro atrás, es increíble el efecto que tuvo nuestra madre en tanta gente", comentó Harry a BBC.

"Cuando se es tan joven y te pasa algo así, se te queda en alguna parte por mucho tiempo, en tu cabeza o tu corazón. Creo que nunca será fácil para nosotros hablar sobre ella, pero 20 años parecen suficientes para recordarle a la gente la diferencia que hizo en la vida no solo de la familia real, sino del mundo".

Así nació la campaña "Heads Together", coordinada en conjunto por los Duques de Cambridge y Harry, para eliminar el estigma acerca de la salud mental en el Reino Unido. Tres jóvenes animando a la gente a abrirse, conversar, compartir un dolor, o una experiencia, para sanar juntos. Algo que le hubiera ayudado tanto a su madre, tal vez, tener cerca alguien con quién hablar, solamente hablar sin juzgar.

El hermano mayor reconoce que ahora deciden abrirse para contar cómo lidiaron con el dolor en ese momento: "Creemos que se lo debemos a ella. Siento que la decepcionamos cuando éramos jóvenes, no pudimos protegerla".

Foto: Revista Estilo

William reconoció ante la revista GQ lo duro que fue caminar detrás del férettro de su madre, a los 15 años. "Ha sido una de las cosas más difíciles de mi vida". No halló la forma de dejar salir lágrimas ni emociones en público. El shock permaneció con él, por años, oculto por sus deberes con la corona.

Es tal vez él quien mejor entiende años después, el perfil de su madre ante los medios. "Una mujer en una posición de alto rango, muy vulnerable, desesperada por protegerse y protegernos. Me entristece no haberla protegido, no haber sido sabio para intervenir y ayudar".

De ahí que Charlotte y George, los pequeños nietos de Diana, crecerán, como bien dice su padre, "en un mundo real, un ambiente vivo, no detrás de las paredes de un palacio. Deben estar allá afuera".

La herencia de Diana

No son las joyas, los vestidos inolvidables, las fotografías, son estos muchachos la mejor herencia de Diana. ¿Qué han hecho bien que demuestre la buena mano de su madre en sus vidas?

Casarse por amor. William lo hizo, Harry va por ese camino - pareciera que sí -. Por encima del deber de engendrar herederos, ambos ponen de primero la felicidad de una vida en común por amor, sea con alguien de sangre azul o no.

Humanizar la corona . Ambos nos han dejado ver a la Reina también como una extraordinaria abuela. Pero quién podría resistirse con semejantes nietos.

Además de hermanos son los mejores amigos William y Harry

Cumplir con el deber sin dejar de ser cercanos a la gente. No lo muestran todo, no se guardan todo. En la justa medida. Tal vez en su adolescencia Harry haya estado un poco más desorientado, pero la lección dio frutos. Es digno heredero del carisma de su madre.

William, futuro rey, se perfila como un hombre que cumple el deber sin dejar de lado algo que la gente agradece: ¡verlo feliz como esposo y padre!

No ríen para la foto, ríen para ellos mismos. No tienen vidas perfectas, y ahora saben que está bien decirlo.

¿Por qué le gustaba tanto a Diana el contacto con la gente? Simple: porque si algo le hacía falta entre las paredes de su vida en un palacio, era eso, calidez. Nada le gustaba tanto a Diana como los abrazos, era una mujer que abrazaba y se acercaba con genuino interés por escuchar a la gente. Ella era gente, muy. Y ese baño de pueblo que recibía en sus apariciones públicas servía para paliar la soledad y los largos silencios en los que sin cámaras y sin gente, se miraba al espejo y era una muchacha llena de miedo, inseguridad o con ganas de ser ella misma sin la presión de ocultar.

Willian disfruta pasar tiempo con su familia

Y supongo que se nota. Todo esto lo escribió una canceriana, acerca de otra. Tal vez por eso es que siento que la comprendo bien, en su lado bueno, su lado oculto, y su peor lado. Me hubiera gustado verla envejecer, disfrutar a sus nietos, reír con Kate, y enamorarse otra vez. Y otra vez. Y otra vez. Y otra vez.

DIANA, intensa solitaria

El gran error y la gran virtud de Diana Spencer fue querer demasiado. Y quererse tan poco.

Cada quien tendrá su versión de lo que fue: una manipuladora, una niña mimada, una mujer caprichosa, insegura… o una aliada de la gente débil, una muchacha enamorada - o mal enamorada - una víctima, una estrella. Algo de todo eso será cierto, porque 20 años después de ese accidente seguimos pensando en ella, extrañando esa mirada tímida, comparándola con nuevas princesas, y pensando, "oh, qué vida la suya, pobre Diana".

Estilo no mira atrás al pensar en Diana, ella es un tema actual, para los que la vimos casarse, llorar en público, bailar con Travolta, volverse a enamorar… y para los que recién se asoman al mito de esa que fue reina solo en los corazones.

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