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Salmo 91: A la protección divina
El que habita al abrigo del Altísimo se acoge a la sombra del Todopoderoso. Yo le digo al Señor: Tú eres mi refugio, mi fortaleza, el Dios en quien confío. Sólo él puede librarte de las trampas del cazador y de mortíferas plagas, pues te cubrirá con sus plumas y bajo sus alas hallarás refugio.
¡Su verdad será tu escudo y tu baluarte! No temerás el terror de la noche, ni la flecha que vuela de día, ni la peste que acecha en las sombras ni la plaga que destruye a mediodía. Podrán caer mil a tu izquierda, y diez mil a tu derecha,
pero a ti no te afectará.
No tendrás más que abrir bien los ojos, para ver a los impíos recibir su merecido.
Ya que has puesto al Señor por tu refugio, al Altísimo por tu protección,
ningún mal habrá de sobrevenirte, ninguna calamidad llegará a tu hogar.
Porque él ordenará que sus ángeles te cuiden en todos tus caminos.
Con sus propias manos te levantarán para que no tropieces con piedra alguna.
Aplastarás al león y a la víbora; ¡hollarás fieras y serpientes! Yo lo libraré, porque él se acoge a mí; lo protegeré, porque reconoce mi nombre. él me invocará, y yo le responderé; estaré con él en momentos de angustia; lo libraré y lo llenaré de honores. Lo colmaré con muchos años de vida y le haré gozar de mi salvación.

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Salmo 27, 1-3: Confianza en la prueba
El Señor es mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré? El Señor es el baluarte de mi vida; ¿quién podrá amedrentarme?
Cuando los malvados avanzan contra mí para devorar mis carnes, cuando mis enemigos y adversarios me atacan, son ellos los que tropiezan y caen.
Aun cuando un ejército me asedie, no temerá mi corazón; aun cuando una guerra estalle contra mí, yo mantendré la confianza.
Salmo 13: Lamento confiado del justo
¿Hasta cuándo, Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo me ocultarás tu rostro? ¿Hasta cuándo sentiré angustia en mi alma y tristeza en mi corazón, día tras día? ¿Hasta cuándo mi enemigo triunfará a costa mía?
¡Señor, Dios mío, mírame y respóndeme! Ilumina mis ojos para que no me duerma con los muertos, y no diga mi enemigo que acabó conmigo, ni mis adversarios se alegren al verme vacilar.
En cuanto a mí, confío en tu bondad; conoceré la alegría de tu salvación y cantaré al Señor que me ha tratado bien.'