California fue el escenario, el amor fue el protagonista. Demi Lovato, ícono pop de los 2010s y estrella Disney, acaba de cerrar un capítulo de altibajos sentimentales con un “sí, acepto” que nos deja sin palabras. Junto al músico canadiense Jordan Lutes, con quien ha compartido más que canciones desde 2022, la estrella dio un paso decisivo en una boda que fue íntima, romántica y brutalmente fashionista.
Se conocieron en 2022, escribiendo la canción “Substance” para el álbum Holy Fvck. Y lo que empezó como química musical se volvió algo mucho más profundo. Oficializaron su relación en agosto de ese año y, en diciembre de 2023, Jutes la sorprendió con una propuesta clásica: rodilla en tierra y un diamante en forma de pera de la joyería de lujo Material Good.

Desde entonces, han sido inseparables. Demi lo llama “mi mejor amigo”. Él dice que es “el hombre más afortunado del mundo”. Y por cómo se ven juntos, nadie lo duda.
Vivienne Westwood como manifiesto de poder
Para la ceremonia, Demi apostó por un diseño a medida de Vivienne Westwood, confeccionado en satén de seda con corsé estructurado y velo estilo catedral. Drama puro, pero con clase. En la recepción, cambió a un vestido columna también de Westwood, salpicado de perlas cosidas a mano. Lo llamó “The Audrey”, una oda al refinamiento griego y a las divas de antes.

Sí, había romance. Pero también había carácter. Demi no se vistió solo como novia: se vistió como princesa.
Una pareja con futuro
Entre ellos hay música, humor, complicidad. Y aunque mantienen su relación alejada del drama público, la conexión es evidente. ¿Planes de familia? Han dejado entrever que sí. ¿Colaboraciones futuras? También.
Esta boda no es un final feliz: es un comienzo poderoso. Uno en el que Demi Lovato, sobreviviente, artista, mujer en control de su vida, escribe su propia narrativa. Y lo hace con estilo.