El 21 de abril de 2025, el mundo despidió al Papa Francisco, un líder espiritual que dejó una profunda huella en la historia de la Iglesia y en la conciencia social global. Su última aparición pública fue el Domingo de Pascua, en un acto cargado de simbolismo y gravedad.
Aunque su salud ya estaba muy deteriorada, Francisco se presentó brevemente en el balcón central de la Basílica de San Pedro, mientras su mensaje fue leído por monseñor Diego Ravelli. Ese discurso, centrado en la paz en Medio Oriente y el freno al gasto militar mundial, se convierte hoy en su testamento moral.
Un mensaje con eco global: cese al fuego y ayuda humanitaria en Gaza
Francisco usó su último mensaje pascual para hacer un llamado urgente a favor de la paz en Gaza. Pidió el cese inmediato de las hostilidades, la liberación de rehenes y el acceso a ayuda humanitaria para los civiles atrapados en el conflicto.
“No permitamos que la guerra siga devastando la vida de tantos inocentes”, expresó en palabras leídas, pero con un rostro que, aunque fatigado, seguía transmitiendo compasión y firmeza. La mención directa a la situación en Medio Oriente reafirmó su constante defensa de los pueblos olvidados y de los derechos humanos en zonas de conflicto.
Contra la industria de la guerra: “no hay paz sin desarme”
En lo que ya se considera una de sus frases más contundentes, Francisco denunció la carrera armamentista mundial y el gasto militar excesivo de las grandes potencias.
“Ninguna paz es posible sin un verdadero desarme”, afirmó, dejando claro su rechazo a un modelo global basado en la intimidación y el poderío bélico. Este mensaje final no solo resumió una década de papado comprometido con la justicia social y la no violencia, sino que también envió una advertencia clara a los líderes del mundo: la paz no se compra con armas, sino con diálogo y voluntad política.