'Las personas como vosotros deberían estar muertas. Vuestros padres, los que fueron antes de vuestros padres. Todos deberían ser gaseados. Amo a Hitler. Y sois feos'. París, febrero de 2011. La fecha en la que John Galliano pronunció las palabras que le costaron más que una carrera y sobre las que ayer habló en una extensa entrevista con el periodista Charlie Rose.
Con su legendaria melena peinada hacia atrás, sin maquillaje, sin bigote y temblando constantemente durante la hora que duró la conversación, John Galliano apareció de la forma más vulnerable que, probablemente, jamás se ha visto. Los ojos llenos de lágrimas, los labios temblorosos hilvanando pensamientos, reflexiones y recuerdos muy, muy personales. 'El alcohol y las drogas me han dejado un tatuaje en el alma', dice tamblando. Así es John Galliano después de John Galliano.
Sobre el punto más alto de su carrera. Es la primera pregunta que le hace Charlie Rose, que se muestra implacable durante toda la entrevista. 'Fue cuando me mudé a París. Primero para fundar John Galliano y poco después, cuando me llamaron para hacerme cargo de la creatividad en Christian Dior'.
Sobre cómo se define a sí mismo. 'Soy un romántico', suspira. 'Hablo a través de la costura y de las costuras de mis vestidos'. Charlie Rose le pregunta si su genio alcanzó lo más alto el tiempo que estuvo en Dior. 'Di el 500 por ciento. Lo amaba profundamente'.
Sobre el recuerdo de aquella noche de febrero. John Galliano se vuelve especialmente frágil cuando revisiona las imágenes de la noche parisina en la que profirió sus insultos antisemitas y declaró amar a Adolf Hitler. 'No recuerdo nada de aquello. Ni de pronunciar aquello ni tampoco de estar allí. Estaba anulado por la bebida. Más tarde ha sabido que cuando uno llega a ese punto con el alcohol es como apretar un gatillo que dispara la paranoia y que actúa como catalizador de sentimientos que han estado profundamente reprimidos'. Galliano argumenta algo parecido a un mecanismo de defensa que se habría activado por todo lo que vivió en su dura infancia como inmigrante en Londres. Charlie Rose le espeta que no pueden enarbolarse excusas sobre lo ocurrido. él asiente y concede: 'No son excusas'.
Sobre el acoso y la infancia. Galliano recuerda el momento en que se mudó desde Gibraltar al sur de Londres a los seis años. 'Aunque no recuerdo insultos antisemitas, sí estuve rodeado constantemente de insultos racistas', explica. 'Fui 'entrenado' en ese mundo', continúa. Las cosas mejoraron para él cuando fue avanzando en sus estudios de arte -'Tienes un don divino para dibujar', le dijeron sus maestros-, hasta llegar a Central Saint Martins. 'Allí conocí a gente... como yo. Antes nunca pude decir que era gay, por ejemplo', se lamenta.
Sobre la muerte de Steven Robinson. 'Steven era como mi hijo, mucho más que mi mano derecha. Steven creyó en mí cuando le conté en Londres todas las cosas bonitas que yo tenía en mente y que quería hacer. Nos fuimos sin dinero a París y él siempre creyó en mí... él era brillante, un hombre crucial en mi vida y, de pronto, ya no estaba', recuerda Galliano profundamente entristecido. Rose le pregunta si el origen de lo que pasó en París pudo estar en la muerte de Robinson. Galliano asiente sin fuerza.
Sobre lo que pasó en 2011. 'En aquel entonces yo había desembocado en una situación que no podía afrontar. No entendía lo que me pasaba', explica el diseñador. Meses más tarde sería Jonathan Newhouse quien le diría que había defraudado a muchas personas con su actitud -las palabras del CEO de Condé Nast le abrirían los ojos a Galliano-, pero antes había sido Sidney Toledano -presidente y CEO de Christian Dior- quien le había avisado que 'estaba destruyendo su vida y su carrera'. 'Me dijeron que debía hacer algo al respecto de lo que pasaba en mi vida. Había habido quejas sobre mi comportamiento, diciendo que no estaba bien. Entonces, alguien me llevó a casa. Y todo se fue poniendo peor y peor. Yo era un esclavo del alcohol. Tomaba valium para detener los temblores que provocaba y mi vida se convirtió en algo que no podía manejar'.
Sobre el suicido de Alexander McQueen. Rose le pregunta qué pensó cuando se enteró de que Lee Alexander McQueen se había quitado la vida. 'Lo entendí', dice tristemente. 'Conozco la soledad y el dolor. Me puse muy triste'.
Sobre los primeros días. 'Entoces no necesitaba alcohol y pastillas para trabajar y crear', lamenta. 'La creatividad llegaba sola. Luego llegaron colecciones que se encadenaban unas con otras, llegué a hacer treinta al año entre John Galliano y Christian Dior. Pero no culpo a nadie. Mi gran problema fue no saber decir esa pequeña palabrita: 'No'. Temía que si la decía fuera tomada como una muestra de debilidad'.
Sobre el presente. 'Hubo un momento en el que me creí Dios. Ahora le escucho y hablo con él cada día. Quiero encontrar al niño que perdí en un momento que ya no recuerdo... Sí recuerdo cuando pronuncié estas palabras: 'Hey, soy Johnny G., un alcohólico, un adicto'. Hoy estoy sobrio pero estaré recuperándome el resto de mi vida. Para siempre'.
Sobre la creatividad. Durante la entrevista, Rose le pregunta a Galliano cuál es el estado actual de su creatividad y cómo afectaron sus adicciones a su capacidad de imaginar nuevos y maravillosos vestidos: "En rehabilitación al principio no era capaz de hablar así que me animaron a escribir y eso fue muy inspirador. Aún mantengo esa creatividad en mi cabeza y en mis ojos, cuando miro a gente caminando por la calle, cuando voy a una exposición… esa curiosidad continúa estando ahí."
La primera toma de contacto con el negocio post incidente vino de la mano de Oscar de la Renta. El diseñador dominicano, por intermediación de Anna Wintour -"una mujer increíble que me inspira muchísimo", afirma el diseñador sobre la directora de Vogue America-, invitó a Galliano a colaborar en su estudio durante algunas semanas, una experiencia que el diseñador revela casi sanadora: "Cuando fui invitado a colaborar con él la colección estaba bastante avanzada. Al principio fue difícil porque hacía dos años que no pisaba un estudio, pero decidí que podía hacerlo. Oscar fue tan encantador, tan amable… Tuve un ataque de pánico cuando llegué pero me relajé, me presenté al equipo y todo salió bien. Oscar me preguntó qué me parecían los diseños y fue fantástico ver todas aquellas telas, todos esos colores… Entonces la creatividad simplemente volvió, fue un sentimiento increíble que probablemente no vuelva a experimentar nunca."
Sobre las reacciones entonces. "¿Te dolió que Natalie Portman dijera lo que dijo?", le pregunta de forma directa Charlie Rose ("Los comentarios de Galliano me dan asco", afirmó en plena tormenta mediática la actriz, judía e imagen de Dior en el momento del incidente). Galliano contesta: "Ella hizo bien en decir lo que dijo porque lo que yo hice fue repugnante", contesta sin vacilar. Sidney Toledano y Bernard Arnault, presidente y CEO de Christian Dior y propietario del grupo LVMH respectivamente, también renegaron entonces del diseñador. "Traté de contactar con ellos varias veces durante mi recuperación pero mis llamadas nunca obtuvieron respuesta", afirma Galliano cuando Rose le pregunta si ha hablado con ellos.
Sobre su futuro. El diseñador confiesa no tener planes profesionales a corto plazo pero confiesa uno de sus anhelos: la enseñanza. "Me encantaría dar clases a jóvenes diseñadores, estuve a punto de hacerlo en la Parsons pero el proyecto se canceló en el último minuto y fue una pena, pero lo seguiré intentando, tal vez algún día suceda", afirma pensativo el diseñador.
En un bocado de realidad, el modisto confiesa que el proceso de recuperación de sus adicciones es un proyecto de futuro que le llevará toda la vida. Ante una hipotética recaída Galliano reconoce: "Sí, es algo que puede ocurrir, tengo que ser honesto. Una sola copa no será suficiente para mí y una sola copa será demasiado. Pero aquel incidente me recuerda a diario que no quiero volver a hacerlo", confiesa tajante. El diseñador reconoce que, lo que en su día fue la mayor de sus tragedias, hoy se ha revelado como una experiencia salvadora: "Solo puedo decir que estoy vivo y doy las gracias por ello. Si no hubiera pasado esto no habría sobrevivido mucho más tiempo. Estoy feliz de tener una segunda oportunidad, no todo el mundo la tiene. Y si hay algo que le gustaría que quedara claro después de todo este tiempo es una sola cosa: "Que la gente entienda que no soy un antisemita, que no soy racista, sé que no lo soy". ¿Y si hay alguien que no le cree?, le pregunta Rose, "no puedo controlar lo que la gente diga o piense de mí, solo puedo decir que seguiré pidiendo disculpas siempre', responde Galliano y concluye, "estoy listo para crear de nuevo, me siento seguro, me siento bien, me gustaría tener una segunda oportunidad'. Después de unos instantes pensativo añade de nuevo 'Una segunda oportunidad". La entrevista termina con el deseo en voz alta de uno de los genios más grandes del mundo de la moda flotando en el aire.