Lady Gaga volvió a tomar Coachella por asalto con su esperado show MAYHEM, una experiencia intensa y teatral que marcó su primer gran concierto en casi cuatro años. Vestida con atuendos extravagantes, acompañada de elaboradas coreografías y efectos visuales impactantes, la artista llevó al público por un viaje emocional, combinando clásicos como “Poker Face” y “Bad Romance” con estrenos en vivo de su nuevo álbum, también titulado MAYHEM.
La noche no solo reafirmó su estatus como una de las intérpretes más poderosas del pop, sino que también mostró una versión más cruda, vulnerable y, al mismo tiempo, grandiosa de Gaga.
“MAYHEM”: el caos como arte y catarsis
Más que un simple concierto, Gaga construyó un espectáculo conceptual basado en el “caos emocional”, una metáfora visual y sonora sobre la lucha interna, la liberación personal y la reconciliación consigo misma. El escenario, diseñado como una ciudad futurista en ruinas, sirvió de telón de fondo para narrar este viaje, mientras la cantante interpretaba temas nuevos como “Zobieboy”, “Abracadabra” y “Broken Body”.
Cada segmento del show representaba una fase diferente de ese “mayhem” interior: la rabia, la tristeza, la aceptación y, finalmente, la esperanza. Visualmente, Gaga apostó por imágenes fuertes, coreografías angulares y transiciones dramáticas que mantenían al público al borde de la emoción.
Un regreso triunfal que redefine su legado
El regreso de Lady Gaga a los escenarios no fue solo una celebración de su música, sino también una declaración de poder artístico. A diferencia de espectáculos pasados centrados en la perfección pop, MAYHEM abrazó la imperfección, la crudeza emocional y la teatralidad más oscura.
Su presentación en Coachella 2025 dejó claro que Gaga no solo sigue siendo relevante, sino que continúa evolucionando, desafiándose a sí misma y llevando a su audiencia a lugares más profundos y sinceros.