Han pasado 66 años desde que por decreto presidencial, las mujeres que supieran leer y escribir podrían ejercer su derecho al voto y a participar en la vida política del país. Era apenas un pequeño paso en una sociedad dominada por los hombres.
Tendrían que pasar muchos años, muchas batallas, para que las mujeres en Honduras lograran grandes conquistas en el campo laboral, educativo y social. El reconocimiento de sus derechos y libertades era un tema complejo, dentro y fuera de nuestras fronteras. Basta con recordar que la visionaria Prudencia Ayala, la primera mujer en Latinoamérica en aspirar a la presidencia, fue tildada de loca por "pretender" convertirse en mandataria de El Salvador en 1930.
'La mujer ha gobernado en Europa en el sistema monárquico. ¿Qué de extraño tiene que gobierne en las Repúblicas del Continente indo-latino-hispanoamericano en el sistema democrático?', publicaría el diario Redención Femenina de Guatemala en junio de 1930. Pero el terreno no era fértil y tanto Prudencia, como muchas otras, serían descalificadas en el siglo XIX por atreverse a tal audacia.
Seis décadas después, el 25 de abril de 1990, Violeta Barrios de Chamorro fue juramentada como presidenta de Nicaragua, la primera mujer en ocupar ese cargo en todo el continente americano, eran vientos de cambio para las que aspiraban seguir sus pasos.
Camino a la presidencia
Castro no es la primera en lanzarse en una contienda por la presidencia en Honduras. A finales del siglo XX, en 1997, Nora Gúnera de Melgar Castro rompió los paradigmas al convertirse en la candidata por el Partido Nacional, y aunque no triunfó, ese intento no pasaría desapercibido e inspiraría a muchas mujeres a participar de forma más activa en política, alcanzando cargos como designadas presidenciales y en puestos claves en los gobiernos posteriores.
Xiomara tuvo su primer acercamiento con la política como esposa del candidato Manuel Zelaya, cuando mostró su temple como organizadora del movimiento femenino del Partido Liberal. Posteriormente asumiría el rol de primera dama de Honduras, cuando su esposo Manuel Zelaya fue juramentado presidente el 27 de enero de 2006 y ella emprendió un rol de bajo perfil. Tres años después, cuando Zelaya fue destituido, Xiomara comenzó una lucha como activista dirigente del Frente Nacional de Resistencia Popular (FNRP), organizando bases y cimentando un movimiento que pronto ganaría simpatizantes.
Formándose poco a poco en una carrera que llegó de forma inesperada a su vida, en 2012 anunció su candidatura presidencial al frente del Partido Libertad y Refundación (LIBRE), participando sin éxito en las elecciones de 2013, en las que resultó ganador el candidato del Partido Nacional, Juan Orlando Hernández.
Perseverante y aguerrida, para la contienda de 2017 también lanzó su candidatura, pero esta vez decidió deponer sus aspiraciones y unirse a la Alianza de Oposición contra la Dictadura, que tenía como candidato a la presidencia a Salvador Nasralla. Un segundo intento fallido que no la haría desistir, al contrario, siguió trabajando con vistas a una nueva participación en las elecciones de 2021 que la llevarían por todo el país en busca del voto.
La tercera es la vencida y el 28 de noviembre de 2021 la candidata de la izquierda, Xiomara Castro-Zelaya, triunfó en unas elecciones históricas al frente de una coalición liderada por ella junto a Salvador Nasralla y Doris Gutiérrez. Hondureñas de diferentes generaciones, algunas con asombro y otras con emoción, la vieron convertirse en la primera mujer presidenta de este pequeño país en el corazón de América.
Hasta este momento, el recuento del Consejo Nacional Electoral indica que en el 62.8 % de los sufragios contabilizados, Castro obtuvo el 51.70%, seguida por el alcalde de Tegucigalpa Nasry Asfura, del Partido Nacional con 35,33.
A sus 62 años, con una voz modulada y segura de sí misma, Xiomara se dirigió a sus simpatizantes el domingo con un mensaje en el que prometió un gobierno de reconciliación. 'Tiendo la mano a mis opositores porque no tengo enemigos, llamaré a un diálogo (...) con todos los sectores' de Honduras, aseguró.
Al ser ratificada como presidenta, Castro no solo pondrá fin a una hegemonía de 12 años del Partido Nacional sino que llena de esperanza a las votantes que ven en ella un simbolismo del poder femenino, de los nuevos tiempos que prometen equidad de género y mayor inclusión.
Con su promesa de "socialismo democrático", la candidata de Libre alcanzó la victoria en unas elecciones que dieron cátedra de civismo y fervor, en las que imperó la paz y en las que según el CNE, hubo una participación histórica de 3,2 millones de ciudadanos de los 5 millones habilitados para ejercer el voto.
Lo que viene no es fácil, ni para una mujer ni para nadie. Pero en este momento impera la esperanza, el orgullo de un género que por fin se ve representado en el máximo cargo político de un país que demanda grandes decisiones, acuerdos que los próximos cuatro años llevarán firma de mujer.
Perfil
Sus allegados la describen como una mujer fuerte, serena, cautelosa pero además inteligente, observadora y organizada. Y en lo que coinciden es en que es una mujer familiar, que ama a sus nietos, es empática y cariñosa.
Xiomara Castro nació en Tegucigalpa el 30 de septiembre de 1959 en Tegucigalpa, hija de Irene Castro Reyes y Olga Doris Sarmiento Montoya. Sus estudios primarios y secundarios los realizó en los institutos San José del Carmen y María Auxiliadora, y posteriormente recibió un título en el grado de licenciatura en administración de empresas.
A los 20 años contrajo matrimonio con José Manuel Zelaya Rosales, con quien se trasladó a Catacamas, donde fundaron su familia con cuatro hijos: Zoe, Héctor Manuel, Hortensia Xiomara y José Manuel.
En esa ciudad de Olancho destacó como miembro activa de la Asociación de Esposas de Miembros del Rotary Club de Catacamas y fundadora del Centro de Cuidado Diurno para Niños. Simultáneamente desarrollaba actividades gerenciales y administrativas en los negocios de su esposo vinculados con ganadería, madera y cultivos.